viernes, 9 de marzo de 2012

Dulce obrera de marzo

El sol era de todos y tú lo mendigabas

Te tenían vedada la frescura del agua

La risa y el canto, no floreció en tu boca

Donde sólo el hambre, encontró su morada.

Tu esfuerzo allá en la fábrica,

Era igual al del hombre

Tus noches de vigilia junto al hijo enfermo

Eran –otras jornadas- sumadas a tu empeño.

Pero, eras mujer y eras obrera pobre

No importó tu trabajo, ni anotaron tu aporte

Junto al salario magro, se ensobró la injusticia

Como orgullosa dádiva que al entregarla, ofende.

Un naciente quejido, sacudió tu letargo,

Como un sollozo débil, entrecortado y tenue

Y puso en tu rostro, hasta entonces sumiso,

El rictus desafiante de toda tu rebeldía.

Y llegó el mes de marzo, en sucesión de días,

Con presagios de sombras, de dolor y de muerte

Tus gritos y reclamos resonaron tenaces

Y se encendió la hoguera, de tu cruel holocausto.

Eras la flor morada, antorcha inflamante,

Eras el débil grito, sofocado y vibrante,

Eras la inspiradora, pionera doliente

De un mañana con luces, de un futuro con gloria.

Dulce obrera de marzo, madre – mártir

Señora del escaso salario,

Has marcado la huella y germinó la siembra

Dulce obrera de marzo, está abierta la senda,

Y por ella, van marchando las mujeres del mundo.

Elsa Dorado de Revilla

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