lunes, 19 de marzo de 2012

Mi tío

Era grande, tal vez feo,
Cejijunto y mal hablado,
Pero su peor pecado
Era proclamarse ateo.

Yo que era un chico pío,
Cuando lo hube conocido,
Acepté entristecido
Que el sujeto era mi tío.

Cómo pudo haber sido,
Hasta ahora no lo sé,
Pero quiero darles fe
Que no fue mi preferido.
El mentado tío aquel,
-Ya no recuerdo su nombre-,
Iba a hacer de mí un hombre,
Un hombre igual que él

Y a fin de aquello lograr,
Sin dar oído a mis quejas,
Me conseguía cortejas
Y me hacía pelear.

Nunca di muy buena nota
En las lides de los sopapos,
Me daban pues, como a sapo
Y un ojo tenía en compota.

“Es hora, me dijo un día,
De buscarte una pelada,
A tu edad tenía yo atada
A la difunta tu tía”.

Y sin que excusa me valga
Me mandó de una patada
A buscar a la criada
Y a pellizcarle la nalga.

¡Por qué lo haría, Díos mío!
La criada se volvió
Y tal golpe me lanzó
Que me tumbó un par de chíos.

No fueron más sus avances
En su afán de hacerme hombre;
Es que yo oía su nombre
Y empezaba a hacerle lances.

No hay comentarios:

Publicar un comentario