martes, 3 de abril de 2012

El viejo y la muerte

De Félix María Samaniego Entre montes, por áspero camino, Tropezando con una y otra peña, Iba un viejo cargado con su leña, Maldiciendo su mísero destino. Al fin cayó, y viéndose de suerte Que apenas levantarse ya podía, Llamaba con colérica porfía Una, dos y tres veces a la muerte. Armada de guadaña, en esqueleto La Parca se le ofrece en aquel punto; Pero el viejo, temiendo ser difunto, Lleno más de terror que de respeto, Trémulo la decía y balbuceante: “Yo... señora... le llamé desesperado; Pero...”–“Acaba; ¿qué quieres desdichado?” –“Que me cargues la leña solamente”.

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