domingo, 27 de mayo de 2012

A mi madre


De: Julián de Casal



No fuiste una mujer, sino una santa

que murió de dar vida a un desdichado,

pues salí de tu seno delicado

como sale una espina de una planta.



Hoy que tu dulce imagen se levanta

del fondo de mi lóbrego pasado

el llanto está a mis ojos asomado

los sollozos comprimen mi garganta.



Y aunque yazgas trocada es polvo yerto,

sin ofrecerme bienhechor arrimo,

como quiere que estés, siempre te adoro.



Porque me dice el corazón que has muerto

por no oírme gemir, como ahora gimo

por no oírme llorar, como ahora lloro.

Invocación a la madre



De: Antonio José de Sainz



De nuestra madre el cariño,

es un efluvio de aroma,

una sonrisa de niño

un arrullo de paloma.



Tengamos en nuestra madre

el alma y los ojos fijos;

que el desamor no taladre

el cariño de los hijos.



Besemos su dulce frente

con santa veneración,

pues ese beso ferviente

nos alivia el corazón.



Cuando nos besa y atrae

con ternura y emoción,

su beso es perla que cae

al fondo del corazón.

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