miércoles, 21 de noviembre de 2012

Con un trago en la mano (II)

Encarnaba al personaje de este cuento
el oriundo de un barrio empobrecido
que, según él, para nadie había parido
lo cual lo colmaba de contento.

Era de corta estatura el tal sujeto
pero cargado de panza y de espalda,
se proclamaba subyugado por las faldas
así las llevasen los blancos esqueletos.

El susodicho, dígase con o sin bemoles,
hacía de las noches días plenos
y de los días lo mismo o más o menos,
bañados unos y otros en alcoholes.

Era de corta estatura, casi enano,
con el pelo y la barba encanecidos
y nunca, ni por chiste o por olvido
aparecía sin su trago fuerte en mano.

A su paso la gente le gritaba
sus saludos o tomaduras de pelo
y él replicaba casi al vuelo
mas nunca ni por chiste se callaba.

De armas tomar era el sujeto
y si alguien lo lastimaba u ofendía
en el acto con voz ronca respondía
y picaba incluso como un peto.

Unos lo hallaban de veras manso
y a la vez generoso y comedido,
para pocos en cambio era temido
por su cuello asaz largo y de ganso.

En reuniones de amigos o parientes
hacía esfuerzos por pasar inadvertido mas en torno suyo, el ruido
estallaba ahuyentando a los presentes.

No era afecto a las grandes comilonaspero un amigo suyo juraba haberlo visto
dándose el solo aquel gran pisto
de comerse de un tirón una mamona.

En líneas generales era hombre sano
y le preguntaron un día las razones,
contestó llevo bien puestos mis calzones
y no me falta una copa en la mano….

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