martes, 31 de enero de 2012

Tiempos de antes

En tiempos de la cachaña
teníamos nuestros modos
los de esta tierra, todos,
y en alegrías o hazañas,

de expresar sentimientos
usando nuestro lenguaje,
no había quién el tono baje
al hablar con nuestro acento.

Hablábamos muchas veces
con personas importantes
y tan solo a los farsantes
se les chapaban las eses.
En el habla cotidiana
entre cuatro, tres o dos,
nos tratábamos de ‘vos’
porque el ‘tú’ era macana.

Nadie lo tomaba a mal
pues no era pecado decir:
“Camarada, viva el PIR
y el Partido Liberal...”.

No se plantaba en la esquina
quien manejaba un cacharro
atascado en medio barro
o falto de gasolina.
No lo prohibían las leyes
si por salir del aprieto
uno acudía inquieto
al carretón con sus bueyes.

Nunca inquirió a viva voz
ninguno de nuestros seres
lo de “dime tú quién eres”
sino más bien “vos quién sos”.

A nadie caía muy mal
si alguno se hacía sentir
gritando: “¡Que viva el PIR
y el Partido Liberal!”.

Las abarcas y alpargatas
usaban las gentes todas
en tiempos en que era moda
todo el mundo andar de a pata.

martes, 24 de enero de 2012

Trastos caseros de antes (V)

A la Santa Cruz la Vieja,
Con pasión todos la amamos
Y nunca la rechazamos
Ni blanco fue de una queja.

Si luz eléctrica no había,
A nadie importaba un huevo
Pues con la vela de cebo
De la oscuridad se reía.

En las calles y entre horcones,
Jóvenes, niños y viejos,
Andando llegaban lejos
Así fuese a tropezones.
Tropezar no daba miedo,
Nadie empezaba a gritar
Ni siquiera al comprobar
Desbonetados sus dedos.

Las aceras desparejas
Eran puros pozancones
Y mujeres y varones,
Gente nueva, gente vieja,

La del centro o arrabal
Andaban, el charque al ojo,
Pues podían quedarse cojos,
Por mover las patas mal.
En los tiempos de sequía
Tan cálidos y pesados
Quien no estuviese escaldado,
Prácticamente no había.

E incluso los más activos,
-según el vecino decía-
desde lejos se sentía
su rancio olor a chivo.

El agua, aún por gotas,
Se lograba en un quienvive
Puesto que norias y aljibes
Se daban como “chototas”

Grifos públicos había
Aunque en realidad poquitos
Que daban sólo chorritos
Y de sed nadie moría. (Sigue)