martes, 3 de septiembre de 2013

Fe de niños

Niños, que en su primer acto de libertad

piensan en lo que está bien sin reconocer

explícitamente a Dios.

Niños, que eligen el bien porque piensan en lo que está bien y está mal, y en ese dinamismo

interno conocen a Dios sin saberlo.

Niños, que con su genuino proceso se inclinan a

amar al Bien como inherente a su existencia.

Niños, que con la trama fundamental de ese primer acto de libertad moldean su voluntad y

su estado de gracia la perfecciona.

Niños, que desde ese momento son responsables

y libres, son capaces de hacer despertar en su interior

la idea del bien y del mal, ordenando su vida hacia el amor a Dios.

Niños, que recibieron educación religiosa antes de su

primer acto de libertad fueron ayudados por esa tradición

religiosa en este primer acto de libertad.

Niños, que recibieron educación arreligiosa se decidieron

por lo bueno honesto en su primer acto de libertad, aunque

luego encontraron desacuerdo con los conceptos inculcados.

Niños, que con ese conocimiento natural de Dios, exento de

concepciones, desvelan su accesible sencillez y su inteligencia.

Niños, que por primera vez en su tierna vida deliberan sobre si

mismos y se deciden por cierto acto bueno, porque así debe ser

y lo saben conciente y explícitamente.

Niños, que al elegir el bien honesto reciben la gracia que santifica

y sin saber conocen a Dios con conocimiento de fe y lo aman sobre

todas las cosas.

Niños, por algo poderoso dijo Dios tan sentenciosa frase: dejad que

los niños se……..

La leyenda del quirquincho blanco


I

Los amables vecinos de Muyupampa lo llaman Tatú. Este animalito tiene que ser abuelo del quirquincho orureño, o el quirquincho será descendiente de algún hijo malnatural de aquél tatú muyupampeño, que buscando fortuna vino a dar con sus huesos en las gélidas areniscas altiplánicas.

II

Los muyupampeños lo creen carnívoro y cuentan de él que escarba las fosas de los cadáveres frescos para darse un banquetazo con los restos de alguna miserable humanidad. Lo que es una solemne mentira, porque la zoología lo conceptúa herbívoro y su alimento es igual al de ese pobre y mísero sabio vegetariano que “sólo se sustentaba de las hierbas que cogía”.

De la maledicencia paisana no se libra ni el tatú.

III

El tatú es la figura encantadora; ya dijimos que se parece al quirquincho, con la diferencia que su caparazón no tiene pelos que le crecen en la coraza de su pariente orureño y le dan la apariencia de una vieja barbada. La coraza del tatú es lisa, de color oscuro, generalmente ne-gro brillante, semejando un gigantesco pedernal.

Tiene fuerza extraordinaria y su defensa es cavar un túnel en instantes y allí esconderse del hombre, el que en mala hora para el tatú, se ha enviciado de su carne, a la que no se cansa de alabarla, diciendo que es blanca, mucho más que del pescado, sin fibrosidades, de exquisito sabor, superior al del cerdo tierno, que no necesita aderezos, cuando más un poco de sal para ser un manjar de dioses.

Y en las noches de luna llena, lo busca, le acecha, lo acorrla cobardemente con sabuesos y lo caza en las montañas, la selva espesa o los ríos de la pintoresca región de Muyupampa.

Esto con referencia del hombre al tatú.

Pero qué deuda hay que no se pague? El tatú tiene Justicia Mayor que tarde o temprano, cobra caro al cazador más atrevido. Nadie se ha salvado de su balanza y es inexorable su decisión.

IV

Dicen por esas tierras, que un buen cazador debe llevar

La cuenta del número de tatús que ha cazado. Nadie tiene sobre la tierra el privilegio de cazar tatús indefinidamente o hasta cuando le viniere en gana. Cada cual tiene reservada una cantidad fija de presas a obtener en su vida de cazador, de la que no se debe pasar un solo tatú más. Si lo hiciera, ¡pobrecito de él!, durante su próxima cacería, en un recodo del camino, o en un claro de la selva espesa, o cerca al manantial donde sacia su sed, se le presentará el indescriptible tatú blanco, en toda su grandeza de enjuiciador; de caparazón albo, solemne en sus pausados movimientos, gigantesco en su volu-men, humanamente imposible de ser cazado, ya que sus ojillos, ascuas amenazadoras, cuando fijan la mirada en los hombres, los pobrecillos de paralizan de terror, suplican, claman, lloran, y su petulancia de seres humanos invencibles se les va a las rodillas.

Es el tatú blanco que hace justicia a los suyos. El cazador que ha topado con él, es que ha infringido la creencia secular. Lo sabe y retorna a su casa, contrito, arrepentido, a despedirse de su familia, porque está seguro que morirá dentro de las veinticuatro horas siguientes.

V

Así cuentan la leyenda del tatú blanco los campesinos de Muyupampa, en las noches que se reúnen amigablemente alrededor de una fogata.

Lo que ignoran es de cómo el hombre puede saber cual es el cupo de cazador de tatús que le corresponde. Eso no me lo dijeron, y en horabuena, así el temor a enfrentarme con el tatú blanco, me impedirá cometer la crueldad de ser alguna vez cazador de este animalito.

lunes, 2 de septiembre de 2013

LA SIMIENTE



Octavio Campero Echazú

En verdad, hijos míos,
no sólo por mi júbilo
esparcí la simiente,
fue un mandato del surco:
apremio de mi estirpe,
reclamo del futuro.


Vosotros me gritasteis
—¡inmenso grito mudo!—
que os trajera a la vida
desde el no ser obscuro.

Ya estabais en mi sangre
como en la flor, el fruto;
y hallasteis en la entraña
maternal un refugio.

Y cuando, al fin, llegasteis
al umbral de este mundo,
¡qué campanas de gloria
tañeron en mi pulso!...
La vida no sería
ya evento de un minuto
—el débil eco apenas
de un cántico inconcluso;
vana chispa en el viento,
signo de polvo y humo —,
sino perenne cauce
de auroras y crepúsculos.

como ya me invade
la sombra, es vuestro turno
—¡que la celeste antorcha
del amor os dé el rumbo!—
esparcid la simiente
y haced eterno el surco.

Del libro “Aroma de otro tiempo” de Octavio Campero Echazú
Biblioteca Universitaria “ Juan Misael Saracho”
Tarija – Bolivia. 1971

sábado, 31 de agosto de 2013

POEMA

De: Anibal Abel Alarcón Caparroz

Por el camino de siempre,

En tu duro peregrinar,

Al lado adverso a la primavera,

Llegas a límites mínimos;

De envolvente sacudida…, no

Otra cosa es tu sentida presencia;

Visitando de allende los mares,

Con sábanas de encantadoras florestas;

Consigo trayendo brisas frioras,

A este terruño.

Dibujando a tu paso… líneas difuminadas

De flores desvanecidas por el hielo;

Desenvainando a la vez hacia estos jirones

Cartuchos en ráfagas de escarcha.

martes, 27 de agosto de 2013

Coplas del valle y la montaña

Por Julio Sánchez Gardel

En el hueco de tus manos

Me convidaste a beber.

¡Qué poquita agua me diste!

¡Y qué mucha era mi sed!

Le dijiste a los vientos

Que a mí sola me querías;

Y los vientos me dijeron

Que por otra te morías.

Ojitos que te vieron

Ya nunca te han de ver;

El amor que te tuve

Lo tiene otra mujer.

Vuela, vuela pajarillo

Por esos mundos de Dios.

Si yo tuviera tus alas

Me quemaría en el sol.

Anoche me háis dicho: ¡andate!

Cuando tuito te dejé.

Héi de pelechar de nuevo

Pa que me digáis: ¡volvé!

Para las ferias me fui

Con mi burro y mi mujer.

De las ferias me golví

Solito con mi querer.

Todo se transforma

Jorge Drexler
Tu beso se hizo calor,

Luego el calor, movimiento,

Luego gota de sudor

Que se hizo vapor, luego viento

Que en un rincón de la rioja

Movió el aspa de un molino

Mientras se pisaba el vino

Que bebió tu boca roja.

Tu boca roja en la mía,

La copa que gira en mi mano,

Y mientras el vino caía

Supe que de algún lejano

Rincón de otra galaxia,

El amor que me darías,

Transformado, volvería

Un día a darte las gracias.

Cada uno da lo que recibe

Y luego recibe lo que da,

Nada es más simple,

No hay otra norma:

Nada se pierde,

Todo se transforma.

El vino que pagué yo,

Con aquel euro italiano

Que había estado en un vagón

Antes de estar en mi mano,

Y antes de eso en Torino,

Y antes de Torino, en Prato,

Donde hicieron mi zapato

Sobre el que caería el vino.

Zapato que en unas horas

Buscaré bajo tu cama

Con las luces de la aurora,

Junto a tus sandalias planas

Que compraste aquella vez

En Salvador de Bahía,

Donde a otro diste el amor

Que hoy yo te devolvería

Cada uno da lo que recibe

Y luego recibe lo que da,

Nada es más simple,

No hay otra norma:

Nada se pierde,

Todo se transforma.

lunes, 26 de agosto de 2013

El adivino

No tenía mágica bola,
Y para colmo de asombro,
Tampoco lechuza al hombro
Ni a su merced diablos con colas.

Mas, con su rostro cetrino
Y con su nariz ganchuda,
Era sin lugar a dudas
Un prodigio de adivino.

Sin jamás equivocarse,
A las que quedaban sin zona,
Entre feas y gordinflonas,
Les decía que iban a casarse,

Que hallarían al fin varones
En el día de san Blando
Que no se sabe cuándo,
Así fuesen solo horcones.

Creció a la fama
Del individuo cetrino,
Del prodigio de adivino,
Cuando cayó en cama

De pasmo, dizque, con arrebato,
Una virgen de arriba y de abajo
Y él adivinó: ¡Barajo,
Va a parir cualquier rato!...

¡Y para qué les cuento!
La virgen parió nomás,
Aunque afirmaron que el papá
Había sido el viento.

Sacando cuentas
Afirmaba una vecina,
-Con los ojos estirados como de china-,
Que acababa de cumplir los cuarenta.

La observó bien
El adivino mentado
Y dijo sin hacerse el delicado:
“¡Ella fue novia de Matusalén!”

En el barrio se oía decir
Que lo único que no sabía
El adivino, era el día
En que se iba a morir

martes, 20 de agosto de 2013

Ver y escuchar

Gustavo E. Etkin
Veo con los oídos

escucho con los ojos

colores verdes

azules

y rojos.

Oigo colores

veo olores

y cantos

escucho las flores

y de las mariposas

sus llantos.

Entonces me pregunto

pensando en otro asunto:

¿será que hay otros

que ven con los oídos

y escuchan con los ojos?

Por lo menos escribir

escribo con la mano

lo que me permite creer

que estoy un poco sano.

Bahía de San Salvador, Brasil.

martes, 13 de agosto de 2013

¿Quién retiene al amor. . .?

Tanto es amor, por todos mis amores,

que, en el jardín de la existencia mía,

a verlas deshojarse día a día,

preferí siempre deshojar sus flores.

Cuando más encendidos sus colores,

mueren en su triunfante lozanía. . .

¿Más triste que la muerte es la agonía

de un amor, entre dudas y temores. . .!

¡Triste fin de un amor, cuando, engañoso,

quiere fingir que a su pesar nos deja;

y más ofende, cuando más piadoso. . .!

Y ¿qué lograra la importuna queja

del ofendido corazón celoso?

¿Quién retiene al amor, cuando se aleja. . .?

Jacinto Benavente.

Todo se transforma

Jorge Drexler

Tu beso se hizo calor,

Luego el calor, movimiento,

Luego gota de sudor

Que se hizo vapor, luego viento

Que en un rincón de la rioja

Movió el aspa de un molino

Mientras se pisaba el vino

Que bebió tu boca roja.

Tu boca roja en la mía,

La copa que gira en mi mano,

Y mientras el vino caía

Supe que de algún lejano

Rincón de otra galaxia,

El amor que me darías,

Transformado, volvería

Un día a darte las gracias.

Cada uno da lo que recibe

Y luego recibe lo que da,

Nada es más simple,

No hay otra norma:

Nada se pierde,

Todo se transforma.

El vino que pagué yo,

Con aquel euro italiano

Que había estado en un vagón

Antes de estar en mi mano,

Y antes de eso en Torino,

Y antes de Torino, en Prato,

Donde hicieron mi zapato

Sobre el que caería el vino.

Zapato que en unas horas

Buscaré bajo tu cama

Con las luces de la aurora,

Junto a tus sandalias planas

Que compraste aquella vez

En Salvador de Bahía,

Donde a otro diste el amor

Que hoy yo te devolvería

Cada uno da lo que recibe

Y luego recibe lo que da,

Nada es más simple,

No hay otra norma:

Nada se pierde,

Todo se transforma.

domingo, 11 de agosto de 2013

El adivino

No tenía mágica bola,
Y para colmo de asombro,
Tampoco lechuza al hombro
Ni a su merced diablos con colas.

Mas, con su rostro cetrino
Y con su nariz ganchuda,
Era sin lugar a dudas
Un prodigio de adivino.

Sin jamás equivocarse,
A las que quedaban sin zona,
Entre feas y gordinflonas,
Les decía que iban a casarse,

Que hallarían al fin varones
En el día de san Blando
Que no se sabe cuándo,
Así fuesen solo horcones.

Creció a la fama
Del individuo cetrino,
Del prodigio de adivino,
Cuando cayó en cama

De pasmo, dizque, con arrebato,
Una virgen de arriba y de abajo
Y él adivinó: ¡Barajo,
Va a parir cualquier rato!...

¡Y para qué les cuento!
La virgen parió nomás,
Aunque afirmaron que el papá
Había sido el viento.

Sacando cuentas
Afirmaba una vecina,
-Con los ojos estirados como de china-,
Que acababa de cumplir los cuarenta.

La observó bien
El adivino mentado
Y dijo sin hacerse el delicado:
“¡Ella fue novia de Matusalén!”

En el barrio se oía decir
Que lo único que no sabía
El adivino, era el día
En que se iba a morir

viernes, 9 de agosto de 2013

DEL LIBRO “EL CIRCO DE PAPEL” DE OSCAR ALFARO



El conejo
Una llamarada blanca
devora el huerto
y flota como un fantasma.

Es sólo una nube
blanda,
que se arrastra por el suelo

Y lleva
adentro
dos estrellas coloradas.

Al dormir bajo una rosa,
las apaga

De improviso,
cruje el cristal de una rama.

Y el conejo,
se eleva sobre las matas,
volando con sus orejas
afelpadas . . .

El cisne
Canta el río
su canción
y en la canción hay un limpio
signo de interrogación.

Va de filo,
cual media luna delgada,
cortando el cordaje
de las aguas.

Es violín blanco
y dormido,
que lleva el arco
tendido . . .

Un horizonte de brasas
corta su perfil de hoz.
y vuela lanzando al agua
la blanca sombra de un 2.
El grillo bohemio
Se cuela en el buque el grillo romántico
con su violín negro debajo del brazo.

Y en una bodega pretende ocultarse,
porque el pobre artista no pagó pasaje.

De repente cae su violín rodando
y allí lo sorprenden los hombres del barco

-¡Es un polizón! . . . ¡Tírenlo a la mar! . . .
ruje el capitán.

Y el grillo le dice: -Respeta mi vida,
soy el Paganini de la gríllería.

Y pasando el arco por el violín negro,
le arranca un diluvio de dulces arpegios . . .

-Viaja, que el pasaje pagarás con música-
dice al fin el lobo de mar y de bruma

-Gracias capitán
llenaré de música el cielo y el mar.

Y desde aquel día viajan en los barcos
los grillos, tocando sus violines mágicos

La procesión
Van hacia un templo de vidrio
las hormigas de colores,
llevando banderas verdes
y farolines de flores.

Y también llevan un niño,
como una chispa de luna,
en un fanal cristalino,
que es una gota de lluvia.

Mariposa
Señorita
mariposa,

abanico que se agita
junto al rostro de una rosa.

Es un alegre pañuelo,
con el cual baila un enano
picaruelo

algún baile americano.

Es también una bandera
diminuta,
en la ruta

del viento de primavera.

Y se posa
en el libro de un chicuelo.

¡Qué ilustración más hermosa
que le ha caído del cielo! . . .

La yegua lírica
Una yegua dactilógrafa,
va escribiendo a cuatro patas,
en la cinta del camino
una carta sin palabras.

El guanaco
Un zigzagueo de líneas
cruza el paisaje serrano,
como si fuera la imagen
del viento del altiplano.

La jirafa
Lunareja, lunareja,
salpicada de luceros,
con las patas en la tierra
y la cabeza en el cielo . . .

El pavo
Un senador tartamudo
que se pone rojo de ira,
lanza furiosos discursos
a un congreso de gallinas.

El pato
Oficial de la marina,
anda en traje de parada,
con el uniforme blanco
y unas botas coloradas.

El gallo
Clava su grito de guerra,
como se clava un relámpago,
y el gallo es una bandera
que se agita sobre el rancho.

El buho
Sombra con ojos redondos,
lo mismo que dos espejos,
que reflejan en el fondo
todas las formas del miedo.

La golondrina
Una negrita turista
que lleva un pañuelo blanco
da clases de geografía
a los muchachos del campo.

El picaflor
Un diminuto cometa,
que gira sobre el vergel,
entre pintados planetas
llenos de aroma y de miel.

El zancudo
Es un punto con dos comas
y es una nota con patas,
un microbio con esquíes
y una aguja con dos alas.

La cigarra
Oculto en algún ramaje
un soldadito de vidrio,
dispara a los caminantes
su metralla de sonidos.

Lagartija
Enjoyado renacuajo
que se transforma en cometa
y que cruza por el campo,
lanzando chorros de estrellas . .
.
Cocodrilo
El pantano abre sus fauces
-roja boca del infierno-,
sobre los niños salvajes
que huyen como diablos negros.

El cangrejo
Explorador de tesoros
bajo las aguas del río.
perdió su brújula de oro
y anda sin norte ni tino

Los caracoles
Diminutos escolinos,
que cruzan en caravana
por los senderos floridos,
con su mochila en la espalda

La kantuta
E1 regio sol de los incas,
allá en los tiempos distantes,
convirtió a todas las ñustas
en vivas flores de sangre.

Y las flores se juntaron
en una hoguera fragante,
como un enjambre de estrellas,
girando sobre los aires.

Así nació la kantuta,
que hoy ilumina el paisaje,
como un volcán de rubíes,
en cada cerro del Ande.

El cacto
Sobre el peñasco desnudo,
vela,
como un centinela
el viejo cacto barbudo.

Apuntando al horizonte
con sus púas coloradas,
-sus espadas-,
punza la luna del monte.

Huye
la noche llena de heridas.
Y por su costado fluye
un mar de rosas ardidas.

Cuando la aurora clarea
sobre la dulce colina,
tiene el cacto en cada espina
una estrella que llamea . . .

Fucxias
Las niñas de caramelo
están bailando en el aire.

Con pollerines de estrellas,
riegan de chispas la tarde.

¡Ay, cómo suben danzando
las escalas musicales! . . .

Con zapatillas de oro,
con abanicos de sangre.

Sobre lunas de rocío
pisan y giran y caen.

Y se cuelgan de las barbas
del viejo sol de mi valle.

El espantapájaros
San Francisco disecado
predica a los pajarillos,
alzando al cielo los brazos:
“No robar ángeles míos”.

Árbol viejo
Llagado y adolorido
se inclina sobre la tierra,
lo mismo que un pobre Cristo
que lleva la cruz a cuestas.

La papa
Es una morena ojosa,
gordita como una chola,
vive en la tierra olorosa
y no gusta vivir sola.

Los higos
Negritos muertos de risa,
que se cuelgan de las ramas,
tienen rota la camisa
y muestran su panza blanca.

El hongo
Es la cúpula de un templo
donde dice misa un grillo,
que viste capuchón negro
y alza un cáliz de rocío.

Agua viviente
Estás dormida y sonríes
y a través de tu semblante
se ven los sueños que vives.

La lluvia
Viste su mandil a rayas
la mañanita olorosa
y a través de la ventana,
está regando las rosas.

Nevada
Enanos paracaidistas
que se descuelgan del cielo,
arrojan bombas de harina
sobre el paisaje de invierno

La noche
La noche es un piano negro
con su teclado de nácar,
que lo toca un pequeñuelo
asomado a la ventana.

La tierra
Mitad negra, mitad blanca,
la bolita gira y gira,
mientras grita una muchacha:
-¡Noche y día!. . ¡Noche y día! . . .

Otoño
Por obra de encantamiento
se han convertido las hojas
en bandadas de aves rojas,
que van volando en el viento

La quena
Es un pájaro cautivo,
que canta huayños en quechua
y va en las manos del indio,
gimiendo como una pena.

Niño indio
Pajarillo melodioso,
desde el filo de los cerros
con las alas de su poncho
quiere volar a los cielos.

La pluma
Avispa negra que canta,
volando sobre el papel,
que es un jardín de palabras
que han florecido sobre él.

La página escrita
Hormiguitas colegialas,
agarradas de la mano,
están haciendo gimnasia
en un estadio rayado.

El pintor
Quién pinta las mariposas
la rosa y el girasol
y las frutas olorosas?
¿Quién pinta todas las cosas?
El famoso pintor sol.

Lo suma infinita
Alguien suma blancas cifras
en la gran pizarra negra,
y se le rompe la tiza,
que cae como una estrella.

El mago
Soy un mago y al mirarme,
mi niña se vuelve pájaro.
Y entre trinos y aleteos,
sube, volando, a mis brazos.

La corrida
En un redondel de sol
torea una mariposa,
con su capa luminosa,
a un torito caracol.

La pelota
La luna cayó del cielo
sobre el patio de la escuela.
Y embriagados de contento,
los niños juegan con ella.

El caramelo
Es iris en miniatura
y es una estrella de miel.
Y es un niñito de azúcar,
con su capa de papel.

La caldera
Ensaya todos los gorjeos,
alzando al cielo el corvo pico,
como si fuera un mirlo negro,
sobre un rosal de fuego vivo.

Los tinteros
Voy pescando cada día
dibujos y pensamientos
en las aguas luminosas
del Mar Rojo y el Mar Muerto.

El erizo
Imán cargado de agujas,
torito con banderillas,
alfiletero gigante,
cardo brujo que camina . . ,

Hormigas
Por la puna congelada
las hormigas changadoras
van con su carga a la espalda,
como una fila de cholas.

El fósforo
Brota un clavel en el aire
como un penacho sangriento,
dura tan solo un instante
luego se esfuma en el viento.

Recreo
Es el patio, florido
de niños y alas,
una plaza de San Marcos,
llena de palomas blancas.

El mandil
Yo corté la luna blanca,
con la luna que corté
hice un mandil como el alba
y a la escuela voy con él.
Es tan limpio como un alma,
-un alma puesta al revés-
porque los niños llevamos
el alma sobre la piel.

La Tenaza
Ave doméstica y negra,
pariente del avestruz,
picoteando la madera
se traga clavos de luz.

El canastero
El serranito tierno
corta las barbas
del rojo sol abuelo
y hace canastas.

Y en ellas aprisiona
vivas estampas
de las embrujadoras
tierras collanas.

Y las cuelga de un palo
junto a su casa,
como un montón de globos
para las guaguas.

Y el alma de arco iris
de nuestra raza,
canta en esos faroles
de paja brava.

El avión de papel
Cruza el cielo del chiquillo
soñador,
relumbrando,
como un recorte de sol.

Y los monos pasajeros
que él pintó.
lanzan gritos y hacen gestos
y les salta el corazón.

La hormiga-piloto
grita por el alta-voz:

-¡Amarrarse las correas!

¡Atención! . . .

-¡Aterrizaje forzoso!

¡Santo Dios! . . .

Pero el avión aterriza
en la pista de una flor.

Capitán de chocolate
Capitán de chocolate,
basta ya.

Deja el bárbaro combate.

Déjalo.

Ven acá.

Has de tu tanque de guerra
un tractor.

Y ve sembrando la tierra,
que es mejor.

Sobre este campo labrado,
tú serás
un invencible soldado
de la paz.

Y honraré tu pecho amigo,

Capitán
con la cruz aurea del trigo
y la medalla del pan.

El molinete
Sobre el agua musical,
que canta como una lira,
el molino de cristal
gira y gira . . .

¡Cómo gozan en la charca
los pilluelos,
igual que sí chapotearan
en los cielos! . .

Y el alegre molinete
es un sistema solar,
con planetas de juguete,
como cuentas de collar.

Los niños en redondel,
ven que la luna en el charco,
va flotando como un barco
de papel . . .

Se queda cantando el agua,
como un montón de jilgueros
y el molino es una fragua
de luceros . . .

Mi sombra
¡Ay, este hermano siamés,
unido a mi
por los pies!

— ¡Que me dejes!

¡No te quiero! . .

Pero me sigue callado,
lo mismo que un perro negro.

Lo apedreo con estrellas
y lo lleno de agujeros,
lo llevo contra las rejas
y le rayo todo el cuerpo.

Pero me sigue los pasos,
como el alma del silencio.

Al filo de media noche
despierto . . .

Y está a mi lado
dormido mi hermano negro.


Del libro: “El Circo de Papel” Primera Edición.
Edita: Fanny Mendizábal de Alfaro
La Paz – Bolivia. 1970

TRIVIALIDADES DE TIEMPO LIBRE



Heberto Arduz Ruiz

A veces una palabra,
dicha en el momento oportuno,
vale más que muchas palabras.
= = =

Resguardado en su catacumba,
el silencio al romperla suele ser
más ruidoso que mil palabras.
= = =
El bullicio y su febril entorno,
con raptos de intermitencia,
afecta menos que el silencio.
= = =
El eco trasmite la voz
del que acaba de partir,
aunque el ser no vuelva.
= = =
El exilio acaba con el retorno
y la ciudad sigue igual que antes,
pero sus inquietos moradores
viviendo otras vidas desteñidas
se exilian de sus antiguas vidas.
= = =
Si comprensión no existe,
¡quién desea vivir incomprendido?
¡No existamos el uno para el otro!
= = =

miércoles, 7 de agosto de 2013

El más bello poema a la virgen de Copacabana

El poema más bello que se haya consagrado a la Virgen Morena del lago sagrado de los incas es decir el Titicaca no ha sido compuesto por ningún poeta boliviano o peruano, aymara ni quechua (salvo que me equivoque en cuestión de gustos y disgustos), sino nada menos que por uno de los más destacados vates chilenos de todos los tiempos.

Un día cualquiera al todavía novato juglar, se le ocurrió casi ritualmente acudir ante el lago navegable más alto del mundo, aprisionado entre cumbres nevadas, para ch’allar o “milluchar” (es decir bautizar) el primer ramillete de versos de su primera cosecha lírica…

Lo primero que hizo al llegar al lugar, a fin de contar con una opinión autorizada puso los pliegos que portaba en manos de un amauta aymara, quien luego de leerlos cual si se tratara de un manojo de hojas de coca en las que acostumbra vislumbrar el futuro, le dijo: …“poeta por qué cantas a la lluvia, ¡Haz llover!”…

Y sin proponérselo siquiera, la inesperada respuesta hizo brotar en él un nuevo torrente de poesía. Al parecer los Achachilas del Ande y la Pachamama misma lo habían colmado de bendiciones, pues el vate ofrenda su estro a la Madre de las aguas del Titicaca...

El vanguardismo que el poeta emplea para plasmar el retrato literario de la Madre celestial, con una mirada estereoscópica de espejo trizado en las múltiples e innumerables facetas en ojos de una libélula, de alguna manera nos recuerda al impulso que en terreno netamente plástico anima a Dalí en su “Leda atómica” o, mejor, en la “Virgen de la Roca” de manera más precisa y dos versiones diferentes.

En otras disciplinas estéticas, su afán se puede equiparar a la pieza musical que Jhonn Cage compuso únicamente con zumbidos de abejas, o los destellos que consiguió arrancar en melodías el dinosaurio de la música concreta Stockhausen, en el concierto que presenciamos en Brasil a invitación impagable de su amigo Haroldo de Campos.

Un intento insólito en la danza, lo abordaría la hija de mismísimo Stockhausen interpretando vestida de arlequín pases al estilo “la danza de los cisnes”, pulsando entre los dedos los hoyuelos de una flauta en intento de interpretar los sonidos del silencio a través de cadenciosos movimientos.

Pero, a fin de que el lector no piense que lo del poema es “puro cuento”, veamos lo que la virgen le dijo a aquel “pequeño dios” inventor de tan novísima versificación, en los momentos en que la

encontrara sentada sobre una rosa de inmateriales pétalos seguramente contemplando a Dios entre los astros:

“Mira mis manos: son transparentes como las bombillas eléctricas, ¿ves los filamentos por donde corre la sangre de mi luz intacta?

Mira mi aureola. Tiene algunas saltaduras, lo que prueba mi ancianidad…

Soy la Virgen sin mancha de tinta humana, la única que no lo sea a medias y soy la capitana de otras 11.000 que están en verdad demasiado restauradas.

Hablo una lengua que llena los corazones, según la ley de las nubes comunicantes.

Digo siempre adiós y me quedo. Ámame, hijo mío, pues adoro tu poesía y te enseñaré proezas aéreas.

…Tengo tanta necesidad de ternura. Besa mis cabellos, los he lavado esta mañana en las nubes del alba y ahora quiero dormirme sobre el colchón de neblinas intermitentes.

Mis miradas son un horizonte para el descanso de las golondrinas: …Amáme!

Me puse de rodillas en el espacio circular, y la Virgen se elevó. Me dormí y recité entonces mis más hermosos poemas”…

A estas alturas resulta casi innecesario decir que el inconfundible autor es Vicente Huidobro. Y fuera o no la Virgen de Copacabana quien le inculcara su intensa pasión por las letras, en manifiestos y escritos confiesa que la teoría del Creacionismo la compuso en aquella visita al Titicaca.

Como testimonio fehaciente de ello, en el poema augural de su primera recolección de versos, intitulado “Arte poética”, al rememorar lo que le dijera el anónimo poeta aymara, proclamar: “Oh poetas, por qué cantáis a la rosa/ ¡Hacedla florecer en el poema”…

Además, siendo chileno hasta la médula, en gratitud a la Virgo Titicaquensis escribió un alegato pro reivindicación marítima de Bolivia, por haberla encontrado recluida en aquel mar interior junto a millones de inocentes almas que la acompañan, mientras en la “Ciudad Maravillosa” (Río de Janeiro) e inclusive en la otra orilla del océano, antaño “la milagrosa Candelaria de Las Indias" fuera considerada cual sirena patrona y “Reina de los Mares”...

Soy Boliviano

¡Soy boliviano!

¡Viva mi Patria!

Mi Patria es bella

Como la estrella

Matinal.

No hay en el mundo

Suelo tan rico

Como mi suelo.

No hay bajo el cielo

Tierra mejor.

¡Viva mi Patria!

¡Vivan sus héroes!

Pendón glorioso

De ti orgulloso

Siempre estaré.

Feliz si puedo

Vivir cantando

Tu insigne historia

Y de tu gloria

Mártir morir.

martes, 6 de agosto de 2013

Las claves del Comandante

Héctor Borda Leaño

(fragmentos)

Aquí estamos

como salidos de un pozo de tinieblas,

trabajando en la piel,

en el cuero rugoso de los tiempos,

en el cuero rugoso de los sueños,

trabajando en los hombres,

andando y manejando las viejas cicatrices,

descascarando las costras de la historia,

hiriéndonos las vísceras, hablándonos,

puliendo relatos antiquísimos,

puliendo tácticas y planes,

jadeando con asmas heredadas,

patinándonos el alma con muertes venideras,

con muertes que tienen una faz soleada,

que tienen un sol

de despavoridos dardos en los ojos,

con muertes fidedignas.



Aquí estamos,

Ñancahuazú de estacas,

de musgos y de algas,

de líquenes y libélulas,

de cañadones profundos,

de aguas insurrectas,

de estremecidos gritos

que se descuelgan de los ramajes

como nocturnas aves agoreras,

Ñancahuazú de mañanas, de tardes,

de sed, de humedad, de músculos envarados,

de pájaros heridos en el canto y las plumas,

Ñancahuazú en el norte

Ñancahuazú en el poniente,

Ñancahuazú cubriendo nuestra piel,

Ñancahuazú encorchando nuestra voz,

cubriéndonos los huesos con moho vegetal,

Ñancahuazú encubriendo los planes,

las cartas geográficas, las brújulas,

encubriendo estrategias,

los modos de caminar, los modos de mirar,

los modos de sorprender

el vuelo de las moscas

con manotazo airado.

Ñancahuazú como un verde caldero

de empecinados borbollones

disfrazando nuestra presencia en esta tierra.



Aquí estamos

fabricando de a poco nuestra faz guerrillera,

estamos en la manigua,

con manotazos y adjetivos,

con enormes yaguazas sobre el cuello,

con mosquitos, marigüis, garrapatas,

hundidos hasta el cuello en la humedad,

hundidos en un sopor de torpes filamentos,

cercados por los ramajes

y las lianas constrictoras,

cercados por un ruido de siglos

que filtran los follajes,

descubriéndonos todos

en el tono tonal de nuestra risa,

reconociéndonos todos en la mirada

y en la rabia profunda de la América

que llevamos a cuestas,

reconociéndonos todos

en las frustraciones y caídas,

reconociendo nuestra sangre

en la sangre irredenta del pueblo,

en la herida purulenta de la historia,

reconociéndonos

en el reflejo azul de nuestras armas.



Aquí estamos

cercados por un silencio a gritos misteriosos

que se descuelgan de los árboles

y reptan por los senderos y las picadas

como letales pukararas.

Estamos cercados por el silencio

que se traen en el alma

los compañeros bolivianos,

los pequeños, tan endebles,

tan marcados por latigazos seculares

tan silenciosamente duros,

tan cargados de tiempo,

tan de tiempo vestidos

tan de ancestro resecos,

tan de piedra la piel,

tan de arena los ojos,

tan de soles la sangre,

tan de viento el silbido,

tan imperfectamente guerrilleros,

plantando nuestros pies en esta tierra,

plantando nuestros huesos,

plantando nuestros sueños,

plantando nuestra voz,

plantando la semilla total de la victoria.



Andamos alumbrando las trochas de la selva

con el curcusí ardiente de la sangre,

andamos con la piel reseca,

con los cabellos, con los ojos,

con los tendones tensos,

andamos con los fusiles ,

andamos con el resuello dolorido,

andamos con la ternura en hombros,

andamos con las llagas del niño paramero,

con el asombro sin respuesta

del niño del Río de la Plata,

andamos con el niño agredido

en los cantegriles,

andamos con el niño marchito

de la favelas de Río de Janeiro,

andamos con los niños envejecidos

de la América india

que bordaron sus sueños

a la orilla del tiempo

con las viejas leyendas

de Kalasasaya y Pumapunku,

caídos hoy

en el silencio del dolor y el hambre.



Andamos con odio fidedigno,

llevando un odio vietnamita en las sandalias,

un odio aromado con perfume de pólvora,

recogido en los pedregales de Argelia,

en los arrozales de Vietnam y de Camboya,

en los arrabales

de las grandes ciudades irredentas.

Andamos llevando

en la comisura de los labios

un odio que lacera las carnes

del general eructante

y de su pequeño alcahuete que lo sirve

y que lo adula,

que le escribe discursos, que le tira del saco,

que le habla en la oreja

y le escoge la amante.



Aquí estamos

los tres, los cuatro, los cinco,

los seis, los siete,

todo el pueblo

con Pachungo, con Tuma,

con Arturo, con Braulio,

con Rolando, con el Negro,

con Bigotes, con Pombo,

estamos con el Inti, con el Coco,

con Marcos, con Ricardo,

escrutando en el día,

escrutando en la noche,

escrutando en el alma de la gente que llega,

bajando por el río de bramadoras aguas,

Ñancahuazú esculpiendo roquedales al norte,

Ñancahuazú trizando roquedales al sur,

Ñancahuazú llegando,

Ñancahuazú saliendo por un túnel

de ramas cubierto de silencio.



Aquí estamos

royendo el perfil de noviembre,

del calcañar al omoplato

hundidos

en la ardorosa matriz de Pachamama.

Nos rodea la América,

los broncos brazos

de los hombres de América,

de los desposeídos,

de los infamados,

de los hombres del pan duro,

de los hombres de la lombriz y la silicosis,

de los hombres de la soledad y el desamparo,

de los hombres de los pulmones

acosados por el odio,

de los carburos, la copajira y la dinamita.



¿Qué será de la victoria levantada

en pos de la palabra,

en pos de la sangre,

en pos de un destino estelar,

en pos aún del átomo perfecto

que de los sueños sube

incendiando la historia?

¿Qué nos dirán los hombres

de los escritorios,

de los paraninfos,

los que manejan las cartillas y las leyes

los que se lavan la cara todas las mañanas,

los que piensan amor y se tapan los ojos

sin mirar las heridas?

¿Qué nos dirán los cuerdos,

esos señores serios

que administran estatutos y folletos?

¿Qué nos dirán

apenas nos sorprendan con la voz

enronquecida de peligros?

Todavía la duda no ha vestido sus galas,

no han nacido crespones,

el aire no se ha roto con sacros misereres,

ni ha exaltado retinas

un desconocido incendio.

lunes, 5 de agosto de 2013

El puente de Carlos


"Hombres, que cruzan puentes oscuros,

pasando junto a Santos

con débiles lucecitas.



Nubes, que recorren el cielo gris

pasando junto a iglesias

con mil torres que condenan.



Y uno, apoyado en el pretil de sillería

que mira en el agua de la noche,

las manos sobres viejas piedras.

Kafkfa

domingo, 4 de agosto de 2013

El tordo

De negro vestido
Como si hubiera ido
A un sepelio de flores
A silbar dolores.

Como si fuera el artista
Que ingresa en la pista
De una bella sala
Para un concierto de gala

Qué fina su flauta
Divina la pauta.
No suena por dinero
Para su carcelero

Bien de mañana
Su flauta es una diana
-negro serenatero-
Para el lucero

Y aunque en verdad
Canta sin libertad,
Cifra su fortuna
En cantarle a la luna.

Para que el gorjeo
Nunca salga feo,
Su gaznate frío
Remoja en rocío.

Afina su flauta
Siguiendo la pauta
Del río que rueda
Entre la arboleda

O de los vientos alisios
Que por puro vicio
Silban en los canchones
De los caserones

La flauta afinada
También es cascada
De oro y argento
Y fondo de un cuento

En que una princesa
Llora su tristeza
Al malo y artero
De su carcelero


Gustavo Adolfo Baca

A Bolivia

Ruben Dario

En los días de azul de mi dorada infancia

yo solían pensar en Francia y en Bolivia;

en Francia hallaba néctar que la nostalgia alivia,

y en Bolivia encontraba una arcaica fragancia.



La fragancia sutil que da la copa rancia,

o el alma de la quena que solloza en la tibia,

la suave voz indígena que la fiereza entibia,

o el dios del Manchaipuito, en su sombría estancia.



El tirso griego rige la primitiva danza,

y sobre la sublime pradera de esperanza,

nuestro pegaso joven mordiendo el freno brinca,



y bajo de la tumba del misterioso cielo,

si sol y luna han sido los divos del abuelo,

con sol y luna triunfan los vástagos del Inca.

miércoles, 31 de julio de 2013

Poderoso caballero es don dinero

Por Francisco de Quevedo

Madre, yo al oro me humillo,

Él es mi amante y mi amado,

Pues de puro enamorado

Anda continuo amarillo.

Que pues doblón o sencillo

Hace todo cuanto quiero,

Poderoso caballero

Es don Dinero.

Nace en las Indias honrado,

Donde el mundo le acompaña;

Viene a morir en España,

Y es en Génova enterrado.

Y pues quien le trae al lado

Es hermoso, aunque sea fiero,

Poderoso caballero

Es don Dinero.

Son sus padres principales,

Y es de nobles descendiente,

Porque en las venas de Oriente

Todas las sangres son Reales.

Y pues es quien hace iguales

Al rico y al pordiosero,

Poderoso caballero

Es don Dinero.

¿A quién no le maravilla

Ver en su gloria, sin tasa,

Que es lo más ruin de su casa

Doña Blanca de Castilla?

Mas pues que su fuerza humilla

Al cobarde y al guerrero,

Poderoso caballero

Es don Dinero.

Es tanta su majestad,

Aunque son sus duelos hartos,

Que aun con estar hecho cuartos

No pierde su calidad.

Pero pues da autoridad

Al gañán y al jornalero,

Poderoso caballero

Es don Dinero.

Más valen en cualquier tierra

(Mirad si es harto sagaz)

Sus escudos en la paz

Que rodelas en la guerra.

Pues al natural destierra

Y hace propio al forastero,

Poderoso caballero

Es don Dinero.

martes, 30 de julio de 2013

A SIMÓN BOLIVAR

Julia de Burgos
Cuatro estrellas que se encienden en estrellas libertarias

ensartadas como perlas milenarias

en tu América se ven.

Boyacá con Carabobo - Carabobo con Junín-

y Junín con Ayacucho - resonancias de tu ser.

Son las cuatro marejadas

donde abrió en rosas de gloria el estruendo de tu espada

junto al gesto de tus bravos

paladines del deber.

Cada pétalo de rosa dio una patria libertada

-sangre joven de la América-

-fruto ardiente de tu brazo y de tu fe.

¡Vive América, Bolívar!

Vive América en el pulso de tu ejército inmortal.

El camino señalado por tu espada

se enrojece con la sangre de los mártires y héroes

que engendraste en las entrañas de los tiempos

para izar el pabellón de tu ideal.

Vive América, Bolívar,

y también vive tu espada

mientras haya un solo esclavo que te ultraje

o un tirano que pretenda profanar la libertad.

Vilma Soto Bermúdez es Secretaría de Asuntos Internacionales del Movimiento Independentista Nacional Hostosiano.

domingo, 28 de julio de 2013

El comandante

Nadie en el barrio sabía
por qué a ese ser penante
le decían ‘comandante’
si ni la traza tenía.

Encorvado, menudito,
era toda una rareza,
sin un pelo en la cabeza
y caminaba a saltitos.

Tenía voz de falsete
y para ser ‘comandante’
escapaba temblequeante
de solo oír un cohete.

Se le preguntó un día
de qué era comandante,
y respondió sin desplantes
que tampoco lo sabía.

Para añadir con frescura,
sin siquiera sonrojarse,
que tal vez podría tratarse
de su airosa apostura

¿Tal vez en la guerra estuvo?,
se le preguntó además,
y firme gritó: “¡Jamás, yo me
escapé por un tubo!”

Decidieron los vecinos
averiguar cuanto antes
por qué lo de comandante,
pero indagando no tino.

Descubrieron de esta guisa
que el comandante en cuestión
muy firme al pie del cañón
tenía esposa petisa

Olvidaba de los hados,
la pobre mujer herética
la hallaron con poca ética
más fea que los pecados.

Y ella sin embarazo
respondía al instante
si su bravo comandante
la hacía marcar el paso.

miércoles, 24 de julio de 2013

Versos a tu infancia

El duende alucinado de una campana lenta,
las sendas de granilla
y el aroma traslúcido, matinal, de la menta
me evocan el ambiente de tu infancia sencilla.

Al contemplar tu rostro magnífico, se advierte
que el Ángel de la Guarda te daba su pureza.
Tal vez en torno tuyo fuera dócil la Muerte
como un perfume casto de la naturaleza.
Se detuvo en un libro de estampas tu niñez:
cigüeñas pensativas o estilizados juncos.
Todavía me asombra tu precoz palidez
nutrida por la savia de los ensueños truncos.
Francisco López Merino

martes, 23 de julio de 2013

VENDIMIA



René Ortega Antelo

Y el agua bajó cantando
las colinas de mis pagos.
Cantaba un canto de vino
y de embriaguez de esperanza.

Regó las tierras sedientas
preñadas de fe en el mañana,
creció la vid con el sol
y el sudor de los labriegos.

Con la savia del trabajo
néctar de vida, la viña.
Campos benditos de Dios
- lagares de amor en granos-

Por eso cuando el otoño
en cada grano, vendimia
creo ver los ojos tiernos
de la mujer de este valle

Del libro “ARSO (Versos)” de René Ortega Antelo
Empresa Editora Guadalquivir
Tarija – Bolivia. Marzo de 1993

Lo tranquilo

Gustavo E. Etkin

Lo tranquilo
se desplaza
calmo
en la petulancia
de las horas
zarabandas breves
amparadas por el viento
caracoleadas
por la lenta
brisa blanda
o el sonoro bostezo
del sol
apoyado
en un
planeta inmóvil.

Lo tranquilo
contempla
el templo
plúmbeo
de los recuerdos
sombríos.
Se bambolea
calculando
lentas venganzas.

Espera paciente
que lleguen
los días
del saludo
final.

Lo tranquilo
tranquilo parece
aunque espere siempre
que alguna cosa empiece.

Bahía de San Salvador, Brasil.

lunes, 22 de julio de 2013

Pacienta y médico

Gustavo Adolfo Baca

Una pacienta de antes
urgida de medicinas,
así fuera de aspirinas,
de enemas o de purgantes ,

Buscaba pronto un galeno,
consultando al vecindario
si era muy humanitario
y para el ‘cuchillo’ bueno.

Así elegido el galeno
en su búsqueda marchaba
y por si acaso rezaba
a Jesús el Nazareno.

Este médico es vivísimo,
presumía aun de entrada,
y ya iba preparada
para mostrar el ‘santísimo’

Pa’ que tanto protocolo?
sabía que la esperaba
cuando el médico ordenaba
exhibir la lengua solo

A mí me duele aquí,
la pacienta orientaba,
y con el dedo apuntaba
la barriga o por ahí.

El médico se animaba
y en rápidos recorridos
por ciertos sitios prohibidos,
las dolencias auscultaba.

Sacaba el mal de raíces,
extirpaba lo podrido
y de puro comedido,
amputaba ‘chinchulises’

El problema era después,
cuando el médico cobraba
y la enfermera se ocultaba
con su santa impavidez.

O bien mandaba pagar
con diez huevos de gallina,
unos bizcochos de harina
o un loro sin desplumar.

domingo, 21 de julio de 2013

Mi madre

Por: José Ángel Terrazas


¿Qué es aquella luz?

Que iluminando

va mi camino

La persona que me ayuda

¡Es mi madre querida!



Es el ser que me dio la vida

Y me entregó la suya

Sin ninguna medida

Así es mi madre querida



Me enseñó el respeto

El amor a los demás

Por eso yo no me inquieto

Y no olvidar jamás



Esa es mi madrecita

del alma

Noble como ninguna

Yo la quiero, ella me ama

Madre sólo hay una

jueves, 18 de julio de 2013

TRIVIALIDADES DE TIEMPO LIBRE

(Heberto Arduz Ruiz)

A veces una palabra,

dicha en el momento oportuno,

vale más que muchas palabras.

Resguardado en su catacumba,

el silencio al romperla suele ser

más ruidoso que mil palabras.

El bullicio y su febril entorno,

con raptos de intermitencia,

afecta menos que el silencio.

El eco trasmite la voz

del que acaba de partir,

aunque el ser no vuelva.

El exilio acaba con el retorno

y la ciudad sigue igual que antes,

pero sus inquietos moradores

viviendo otras vidas desteñidas

se exilian de sus antiguas vidas.

Si comprensión no existe,

¡quién desea vivir incomprendido?

¡No existamos el uno para el otro!

miércoles, 17 de julio de 2013

COPLAS INDÍGENAS

(Por Juan Carlos Dávalos)

Alegre hei venido,

sentido me voy,

de amor mal herido

cantando un adios.

Caballito manso,

nos vamos dos!

Ya quieren descanso

mis penas de amor.

Alegre hei venido,

buscando me voy

hierbas del olvido

p’al daño de amor.

¡Florecita querida!

Pudiera, mi flor,

llevarte prendida

sobre el corazón!

Amancay que muere

del viento y el sol,

así a mi cariño

la agosta el dolor.

Ya vienen cuajando

los ceibos en flor,

ya está coloriando

la sangre del sol.

Tierra, Pacha Mama,

Pacha Tata, sol.

También llevan ellos

su pleito de amor.

Arriba florece

la flor del cardón

entre las espinas

al viento y al sol.

Copa de oro y nácar,

generosa flor,

dulce a las abejas,

la flor del cardón!

Ah, malhaya! fueras

la flor del cardón!

abeja dorada

volviérame yo!

martes, 16 de julio de 2013

La Paz: hombres y mujeres

Una canción homenaje a Alonso de Mendoza, fundador de La Paz, y un tema épico que describe la llegada del Libertador Simón Bolívar a la antigua Chuquiago Marka abren este breve homenaje a algunas de las figuras fundamentales de esta ciudad.

Jaime Saenz y la bohemia de Felipe Delgado y la Tía Núñez, el personaje más simpático de la cotidianidad paceña de los años 40 y 50, completan esta propuesta poético nostálgica.



Memoria eterna

“Garrobilla Badajoz / parió un niño aventurero / bautizado por el clero / fiel, rebelde a viva voz. // Al igual que Hernán Cortés / la aventura más penosa, / don Alonso de Mendoza / puso en tierra sus dos pies. // Cruzó monte hacia la luz / cabalgando su caballo / vistió galas, vistió sayo / y encontró aquí la luz. // Los metálicos hispanos, / los indios a flor de piel / probaron juntos la miel / un instante ser hermanos”.



A tiempo de fundarse la ciudad de Nuestra Señora de La Paz fue plantada una cruz para dejar establecido su carácter de población cristiana. A su lado, una picota como símbolo representativo de la autoridad y el cumplimiento de la ley.

Así la ciudad nació con olor a pólvora. Este olor a pólvora y este gusto por las batallas estaba destinado a perdurar; pues lejos de ser un pueblo de paz, fue siempre un pueblo de guerra, belicoso y batallador.

Las casonas coloniales se construían de un piso o de dos apenas con paredes de adobe y techo de teja. Tenían dos patios que parecían plazoletas con corral al interior. El frontis tenía cuatro o seis ventanas de balcones cerrados con puertas de naranjo o cedro. El empedrado era de guijarros con su canal abierto para el arrastre de las inmundicias en caso de que lloviera.

La Paz tenía el encanto de sus calles, cuyo trazado obedecía a la estética sentimental del azar y a la geometría pintoresca del capricho de los siglos. Viejas casonas con aire conventual y rejas con filigranas de hierro, residencias señoriales de factura colonial labradas con piedra de sillería, casas solariegas de rancio abolengo español, en las cuales los alarifes castellanos pusieron la inspiración de su arquitectura renacentista, barroca y plateresca, allá, los indios dejaron la huella de sus esfuerzos en el encaje ornamental de las piedras talladas a cincel.

Las famosas y empinadas calles de La Paz fueron para su pueblo, el camino de su calvario y también de su gloria.



La entrada de Simón BolívarCuatro notables alturas dominaban la ciudad: Munaypata, o la altura del amor; Cusipata, o altura de la alegría; Hulquipata, región de Santa Bárbara, y Laykhapata, zona del tambo de carbón. Bajando por la calle de las retamas estaba la calle de los zapateros.

Diego Calahumana salió de su casa en la calle de los zapateros y guió su henchido pecho a la calle empedrada por donde llegarán los libertadores.

Tiene noticias que vienen a paso lento cortando el frío del altiplano, tiene noticias que vienen a paso brioso por las orillas del lago sagrado. La ciudad está vestida de fiesta y florece sobre el manto de cal de sus paredes.

Las muchachas se asoman tras los visillos, los militares igualan los flecos de sus charreteras ensayando la voz de mando a la tropa, los doctores aguantan de pie el planchado de la levita. Todo está preparado para la llegada de don Simón Bolívar a este magnífico valle de Chuquiago Marka.



“La ciudad de las retamas, / con los ojos transparentes, / mira el camino de piedra / que trepa el cerro y se pierde. // El Illimani la cuida, / con el silencio de siempre, / los balcones asemejan /encajes que el roble teje, / las paredes de cal viva / blanquean el aire alegres. // Los zaguanes se conmueven, / hay un latido solemne, / las campanas de la plaza / anuncian que son las nueve”. //

“Ya veo su capa roja / sobre un gran potro de nieve. / Como buen criollo monta / segura briosamente. / Lleva una espada. / Su figura resplandece, / bajo el sol americano / como un rayo inteligente. // Yo me acerqué sigiloso / y le dije con voz tenue: / “Padre de la Patria mía / te haré un huayño que te muestre / con las botas siempre puestas / y el continente en la frente”.



No le digas, Jaime SaenzA la medianoche de ayer un hombre oscuro, de barba y abrigo negro, ha cruzado la plaza de Churubamba con dirección a la calle Condehuyo. Los perros percibían sus pisadas en los charcos, el silencio se rompía con el uhuu uhuu de la jurk’utas en las cornisas y se sentía el olor a tabaco negro.

El más viejo de los t’hirilleros decía con esfuerzo: “Estoy sintiendo que Don Jaime no está con nosotros”. Eso no ponía en duda la presencia de una botella con singani de Luribay que todos los presentes libaron a la salud del ausente.

Al día siguiente, el portero del Tambo Quirquincho encontró su sombrero blanco colgado de una aldaba. Adentro, metido en el forro, un papel donde estaba escrito: “Debo ir a Tipuani a lavar oro y a Sorata a buscar lirio”.



“Si te encuentras con la Ninfa, / no le digas que he llorado, / dile que en los ríos me viste / lavando oro para su cofre. // Si te encuentras con la Trini, /no le digas que he sufrido, / dile que los campos me viste / cortando lirio para sus trenzas. // Si te pregunta la Flora, / acordándose de mí, / no le digas que me has visto, / no le digas que la quiero, /en un rincón del olvido, / no le digas que le espero”.



La Tía Núñez“Infaltable en la retreta del domingo /Adrianita con su traje de ilusión / ocultando el maquillaje en su abanico / y en el ala del sombrero un gran rozón. // Lleva el guante perfumado con retamas / y saluda a la elegancia y distinción / guiña el ojo coqueteando a quien la ama / por darle destinatario al corazón”. (') //

“Mientras suena la guitarra en serenata / el espejo la refleja en doncellez / salen fotos, cartas flores de petacas / y ella extiende en su alcoba su vejez. // Esta es la mujer que un día / quiso ser la novia vestida de tul / la que ahogada en ilusiones / sufrió la tortura de la vil traición”.

La Paz Elegía de mi ciudad y un poema

ElegíaEs como un sueño. Los picos, las agujas, la nieve, los perfiles mágicos e impensados aparecen y desaparecen como fogonazos cuando la luz del amanecer dibuja ese anillo extraordinario de ocres, grises, negros, marrones, rojos, blancos y azules de intensidades que con el paso de las horas del día mutan como la piel del camaleón.

El cielo es la gran pantalla luminosa de este cuadro desafiante. Eléctrico por el azul definitivo del invierno, o amenazante en su negrura en los comienzos oscuros de la tarde de los veranos lluvioso que anegan el suelo, o la acribillan de granizo. Movedizo y turbulento en agosto y septiembre, cuando los vientos transportan las nubes haciendo insólitos y magníficos dibujos por encima de nuestras cabezas. En el ocaso la luz juega a atrapar en cada segundo un fulgor, el del escalofrío.

No es que la montaña esté en la ciudad, es que la ciudad está dentro de la montaña, sale de ella, no se explica sin ella. La Paz es, por encima de todo, la montaña, tierra, arcilla, piedra, roca, polvo, limo, lecho de río, escultura de milenios que convive con nosotros, que nos moldea, que nos hace.

Los paceños somos, literalmente, hijos de la montaña, parte de ella. La Paz en nosotros es la vida interminable, es la intensidad, es la tensión, es el amor y el desgarramiento. Es la violencia y es la paz, es voz, es tantas voces que con ellas se hace un grande y casi infinito eco.

Es un camino trazado por la sonoridad cortante del aymara, por el castellano invadido de formas indígenas, de giros, de sujetos, predicados y verbos que se construyen de otro modo. Es la ese sibilante, es el susurro y el murmullo, es el grito que nos deja sin aliento.

Al pie del Resplandeciente, aún con los rastros del estruendo de la batalla que le dio su nombre entre las espadas toledanas y los yelmos y corazas, en 1548 se hizo “Ciudad de Nuestra Señora de La Paz”, allí en Chuquiago. Eso es la ciudad nominada en ambas lenguas. En ella se construyó la nación de naciones, por ella comenzó a respirar el país. Indígena, colonial, republicana, rebelde, siempre viva.

Miro en la ciudad los cabellos negros de azabache, el color intenso de la piel trabajada por el astro mayor, los ojos como ascuas, la nariz ancha y grande, los labios carnosos, los dientes blancos, muy blancos. Es el rostro mestizo de mi ciudad de alma profunda, tantas veces atormentada, tantas veces confundida, tantas veces enamorada, tantas veces victoriosa.

Hemos construido calles de adoquines que reflejan la luz y molduras y columnas salomónicas, hemos inventado monstruos y ángeles en la piedra, hemos salpicado de colores improbables este lugar dominado por el sino de la tierra, hemos extendido los mercados en las calles con olor a naranja, a limón, a carne y a pescado, hemos tocado y sentido la textura de la papa y el chuño y la tunta. Hemos mirado siempre arriba y hemos hecho agujas que se han clavado entre las avenidas como remedando el Alto de las Ánimas.

Es en este hervidero en el que se enredan el trabajo de todos los días, las marchas y los estallidos de dinamita, las trompetas y las tubas y las matracas rítmicas de los morenos y sus máscaras sobrecogedoras. Tenemos algún olor de pólvora en la nariz, como lo tenemos del humeante caldo del fricasé salpicado de mote.

La Paz, la de la procesión del Señor del Gran Poder y su baile. La Paz encomendada a la montaña, al gran Illimani. La Paz ciudad de mi entraña, ciudad de mi primera mirada, La Paz parte esencial de mis huesos.

lunes, 15 de julio de 2013

Cuestión de feos

Había unos tenderos
en la esquina de los vientos
que a veces venían violentos
desde hondos desfiladeros.

Eran dos, o tal vez tres,
y gente buena y de paz
a la que nunca jamás
se vio tratar con la hez

Uno de ellos, yo creo,
entre todos los mortales,
-con ventajas abismales-,
era feo y más que feo

Le puse mi rostro fiero
a mi madre buena y santa,
cuando afinó su garganta
y me dijo que al tendero

Era yo muy parecido;
Sentí que miles de petos
Hundían en mi esqueleto
Sus flechazos doloridos,

Me quedó como complejo
aquello del parecido,
y con él he padecido
hasta ahora que soy viejo.

Frente a su tienda, parado,
fijo miraba al tendero,
y confesar ahora quiero,
-tristón y apesadumbrado-,

Que el parecido existía;
¿quién si no uno, nota
que una gota a otra gota
son iguales todo el día?

La más horrible tarea,
en mi condición de feo,
era sin duda, yo creo,
bailar siempre con la más fea.
mas me hacía ilusión
diciendo muy quedamente:
-si soy feo externamente,
tengo lindo corazón.

miércoles, 10 de julio de 2013

MADRUGADA

De la muerte pequeña de cada noche

Nacen puras las cosas, oh madrugada,

Por tus colores claros y por tu viento ágil

Que dispersa el embrujo de la Vía Láctea.

Contigo todo tiene aire de nacimiento,

Hasta el fuego y la tierra, hasta el polvo y el mar,

Son como recién hechos en el prodigio alegre

De tu claridad.

Bajo tu signo no se sueña, madrugada.

Espolea el deseo de moverse y cantar,

De seguir un camino con la boca encendida

Por una copla rítmica o un tarareo fugaz.

E internarse de nuevo en la esperanza

Con las pupilas llenas de calidez solar.

¡Dar la espalda a la tarde, y a la noche,

y nunca más volver a soñar!

JUANA DE IBARBOUROU

martes, 9 de julio de 2013

Lo tranquilo

Por Gustavo E. Etkin
Lo tranquilo

se desplaza

calmo

en la petulancia

de las horas

zarabandas breves

amparadas por el viento

caracoleadas

por la lenta

brisa blanda

o el sonoro bostezo

del sol

apoyado

en un

planeta inmóvil.

Lo tranquilo

contempla

el templo

plúmbeo

de los recuerdos

sombríos.

Se bambolea

calculando

lentas venganzas.

Espera paciente

que lleguen

los días

del saludo

final.

Lo tranquilo

tranquilo parece

aunque espere siempre

que alguna cosa empiece.

Bahía de San Salvador, Brasil.

lunes, 8 de julio de 2013

El bulto

Decían los adultos
al díscolo pequeño:
“Búscale niño al sueño
antes que venga el bulto”.

Y era grave insulto
decir de una pelada:
“La pobre desdichada
asusta como un bulto”.

Si aún estando ocultos
nos sorprendía la vieja
besando a la corteja,
la cosa era de bultos.

Y grande era el tumulto
si en la lóbrega tapera
salía la calavera,
la calavera bulto.

“Anoche mi marido,
el pobre ya sepulto,
estuvo haciendo ruido,
su misa quiere el bulto.

En noches de surazo
el bulto aparecía.
(la sangre que se enfría
y cruje el espinazo).

Paseaba por las casas
de renegridas tejas,
decían que su traza
era la de una vieja,

Que alma en pena era
de alguna mujer mala,
sus pechos son de chala,
de lana sus caderas.

Se ríen hoy del bulto,
se ríen a cual más,
pues dicen que el sepulto
bien bajo tierra está.

Quien para los zapatos
se acaba de verdad,
no escapa ni con trato
con Dios o Satanás

Gustavo Adolfo Baca

domingo, 7 de julio de 2013

UN MENSAJE PARA JESÚS URZAGASTI



Carlos Ramiro Ruiz Ávila.

Ya estás Jesús
bajo el timboy umbroso
de tu Chaco natal, invulnerablemente,
sentado de cuclillas
pitando una “chala”, pensativo
con “Ariyuri” y tu amigo “Curinda”,
ojo de zorro, conocedor del diablo
y las hurinas huidizas
del recuerdo,
las tumbas de soldados y, las ocultas
picadas del monte huraño,
el urundel coposo donde tus sueños
se anidaron y se enredó
tu infancia, cobijaran tu corazón
en el arisco bosque
que te cantó en el monte
tus recuerdos.

El surazo y el agua de los
pozos ocultos,
el olor de la guerra,
la sangre derramada en la flor
roja de las carahuatas.
Cebando un mate con la mágica
dulzura del silencio.

Ya estás Jesús donde estuviste siempre,
repitiendo tu historia
en el violín de Blas, y la heroica guitarra
de Macario, en la tristeza y soledad
del Pilcomayo
la noche llevará
tu voz y tu presencia
por Aguairenda, “Crevo”,
Itacuatia, Palo Marcado.

Ya no estarás, Jesús tan exiliado
te quedaras guardando tu memoria
para siempre en tu sencillo corazón
de provinciano universal
en el inmenso Chaco.

Como monedas viejas sobre la tierra

Paura Rodríguez Leytón

Como monedas viejas sobre la tierra

Juntos vamos limpiándonos el polvo.

Juntos lamiendo la oscuridad,

remachando el silencio

con augurios cotidianos.



Juntas,

las formas

de nuestros pies

transitan

el delirio del olvido.



Y me refiero a la noche

como a un riguroso paseo por tu cuerpo,

como a un mapa inextricable de voces sobrecogidas,

como a una bocanada de humo sediento,

como a un caudal de horas sin fondo.

Reordenar la vida:

¿será como tender un mantel sobre la mesa?

Entonces,

quizás

no sea tan difícil morir.



8



Habrá que arrancarle una locura

a este mudo atardecer de plaza ajena:

troncos lanzados al cielo,

está ese mendigo loco que escribe números:

harapos trapos desechos.



Tus ojos pacientes,

mi ojo pertinaz,

la tozudez,

el desvelo:

tu muerte ha estado ahí,

siempre.



11



Caminos de roja tierra.

urgencia de no diluirse en el olvido.

Un rostro era todos los rostros,

una boca

la misma

que gritaba

y enmudecía.



Calles ardientes:

todas las puertas te escudriñaban,

dotadas de cinco sentidos te comían.



La eternidad

podría ser tan insondable

como la oscuridad de este recodo.



Hay álamos,

hay luna y campanario.

Hay tierra roja en la piel,

en las fosas nasales,

en cada palabra pastosa y delirante.



Latía el suelo

como un corazón gigante:

era el agua furiosa.

Ahí el éxtasis,

(entre maravilla y miedo).



Tierra roja en los pies,

agresiva,

calcinando la memoria.



13



Llegó el agua desgranado la noche.

Yo guardé el horizonte en mí:

había cerros lejanos,

azules cerros dormidos.

(Las montañas hermosas, dije).

Lontananza.



Tan cerca de lo lejos,

tan demasiado cerca del olvido.

Te expulsa el tiempo,

te lanza como a un insecto.



Lo extraño

son las horas

para las que estamos previstos.

martes, 2 de julio de 2013

Sueña el rey que es rey

Pedro Calderón de la Barca

Sueña el rey que es rey, y vive

con este engaño mandando,

disponiendo y gobernando;

y este aplauso, que recibe

prestado, en el viento escribe,

y en cenizas le convierte

la muerte, ¡desdicha fuerte!

¿Que hay quien intente reinar,

viendo que ha de despertar

en el sueño de la muerte?

Sueña el rico en su riqueza,

que más cuidados le ofrece;

sueña el pobre que padece

su miseria y su pobreza;

sueña el que a medrar empieza,

sueña el que afana y pretende,

sueña el que agravia y ofende,

y en el mundo, en conclusión,

todos sueñan lo que son,

aunque ninguno lo entiende.

Yo sueño que estoy aquí

destas prisiones cargado,

y soñé que en otro estado

más lisonjero me vi.

¿Qué es la vida? Un frenesí.

¿Qué es la vida? Una ilusión,

una sombra, una ficción,

y el mayor bien es pequeño:

que toda la vida es sueño,

y los sueños, sueños son.

Fragmento de La vida es sueño.

Pedro Calderón de la Barca (1600-1681), uno de los más insignes poetas españoles barrocos del Siglo de Oro, autor de innumerables obras de poesía y de teatro. Hoy día es un clásico de la literatura universal.

domingo, 30 de junio de 2013

32

Tenía esa blancura que tiene la magnoliabajo el verdor lustroso y en sombra de su árbol;el brazo era más blanco que el rostro, el pecho másque el brazo, el muslo más que el pecho...un blanco vago, adolescente, crudo, mate,que daba al almala nostalgia incurable del amor dulce y casto,el pobre amor que cae, sangriento y sollozante,¡bajo el ímpetu torvo y ardiente de los años!¡armonía cerrada, beso limpio, secretorespetado! ¡pasión que quedaba en los brazos,que se hacía ideal, que moría de penajunto a la tibia fuente de los ojos con llanto!

Juan Ramón Jiménez

La pone inyecciones

¿Cuál, señor, la causa era
para que nunca llegara,
por mucho de que se estirara,
al rango legal de enfermera?

¿Qué requisito urticante
aquella buena omitía
que nadie la conocía
siquiera de practicante?

De todas las direcciones
sus servicios requerían
y con prisas acudían
donde la Poneinyecciones.

En el barrio, la recuerdo,
muy pálida y menudita,
tan puntual en sus citas
no obstante su andar lerdo.

Mas si tener la etiqueta
formal de las enfermeras,
se daba miles maneras
para endosar sus recetas,

Afirmando de pasada
que el diplomado galeno
ni pizca era de bueno,
de curar no sabía nada.

En casita sin horcones,
que era también pulpería
en que de todo había,
vivía la Poneinyecciones.


“Este remedio es muy fuerte,
-era a veces su fallo-,
les juro que hasta a un caballo
puede causarle la muerte.”

Después, con gran inventiva
la medicina vetaba
y en su lugar recetaba
una buena lavativa.

Un día se hizo chinga
aquella Poneinyecciones…
¡ni huella de sus talones,
se perdió hasta su jeringa!

Gustavo Adolfo Baca

sábado, 29 de junio de 2013

30

La blanca cargazón de tu frente difusasobre el fantasma enorme de tus ojos de sombraera de un esplendor divino, inextinguibleamasado con luna, con luces y con rosas.En mi alma extasiada flotará eternamenteaquella simpatía sensual de tu boca,boca grande, fragante y fresca, que al reír¡era como un jardín de carne melodiosa!No sé si tornarás; jamás un nuevo amorte borrará del fondo triste de mi memoriaeres como el fantasma de aquella adolescenciapor donde vaga, como por no sé qué avenida.

Juan Ramón Jiménez

viernes, 28 de junio de 2013

31

Ya no brillaban más que los fríos espejos,y aún, como un agua suave, palpitaba la música;y la ilusión, abierta cual una rosa triste,se iba, por la ventana, a la quietud nocturna…apenas nos veíamos; los rostros y las manos,con blancor de magnolias, lustraban la confusaelegancia de terciopelos y de sombrasque, en oleaje negro, colmaron la penumbra…mi mano aprisionó tu mano. Lo que entoncessentimos no podremos resucitarlo nunca…tú soñabas conmigo los sueños de mi vida

yo soñaba contigo los sueños de la tuya…

Juan Ramón Jiménez

jueves, 27 de junio de 2013

29

Te alejas por mis vagas avenidas de ensueño,volviendo la cabeza, como una rama locay tus hojas inmensas, grandes como tu almase clavan duramente en mi alma de sombra…rosas tristes que caen de tus manos de nievevienen hasta mí en un viento de congojay la esencia que esparcen, huele al recuerdo triste de losrosales, deshojados de tu boca…me miras desde lejos, desde lejos te miro,y no sé qué me impide llegar hasta tu gloria,y no me atrevo a ir en busca de tu llanto

para que se pierda tu indecisa memoria…

Juan Ramón Jiménez

miércoles, 26 de junio de 2013

REMORDIMIENTO

Tiene este libro un olor que me recuerdael olor que tenía mi madre. Un sosegadoaroma de recato, sin explosión, esenciaíntima de un placer vivo y velado…Cuando pasaba ella, lo dejaba tras sícomo una vaga estela de dolor resignado…¡Domingos de mi vida! ¡Cielo azul de aquel puebloque pudo ser la dicha y sólo fue el cansancio!¡por mi nostalgia yerma, olor, como mi olorde lágrima secreta y contenida..! bálsamoque al tiempo mismo es recuerdo y pesadumbre;yo pude haberlo hecho y no lo hice…¡el llantono sirve para nada, cuando el remordimientono tiene cura, cuandohay una cosa negra, que pudo ser de oro,que no se borra, que es, como este olor, amargo!

Juan Ramón Jiménez

Poema del fin

Como la piedra afila el cuchillo,

Como se desliza el serrín al barrer,

Así, aterciopelada, la piel

Húmeda súbitamente en los dedos.



Oh dobles -coraje, sequedad-

De los hombres, ¿dónde estáis,

Si en mis palmas hallo lágrimas

Y no lluvia?



El agua es de la fortuna,

¿Qué más podría desear?

Si tus ojos son diamantes

Que se vierten en mis palmas,



Ya no pierdo

Nada. Fin del fin.

Caricias, caricias

-Acaricio tus mejillas.



Somos así, orgullosas

Y polacas -Marina-,

Cuando en mis manos llueven

Ojos de águila:



¿Lloras? Mi amor,

Mi todo: perdóname.

Trozos de sal

Caen en mis palmas.



Llanto de hombre, veta

Que en la cabeza retiembla.

Llora. Otra te devolverá

La vergüenza que te hice dejar.



Somos dos peces

Del mis-mí-si-mo mar.

Dos conchas muertas

Labio contra labio.



Todo lágrimas.

Sabor

A armuelle.

-¿Y mañana

Cuando

Despierte?


Marina Ivánovna Tsvetáyeva

martes, 25 de junio de 2013

23

Soy feliz, y estoy triste de serlo. Yo quisieraque la felicidad no fuese de esta vida;¡que mi tranquila primavera florecieracuando ya la de todos estuviese florida!Ya en la opulencia alegre de todos los festinespasar ante los grandes y abiertos ventanalescon una flor de nieve cogida en los jardinesde las inmaculadas tristezas inmortales.ir el último siempre por la senda apaciblecon la palabra buena en la boca indolente.Sonreír en esos ojos de mirada indecible

que en el reparto miran al último mansamente.

Juan Ramón Jiménez

Magdalena

Sobre tus caminos no voy a interrogar

Querida, todo se realizó

Yo iba descalzo y tú me arropaste

Con aguaceros de tus lágrimas y de tu cabellera.

No pregunto a qué precio

Se compraron tus esencias

Yo estaba desnudo y tú una ola

Con cuerpo y pared me ceñiste.



Tocaré con mis dedos tu desnudez

Más silencioso que el agua

Y más bajo que la hierba.

Yo era recto

Y tú me inclinaste apretado a tu cariño

Cávame un foso en tus cabellos

Cúbreme sin lino, apaciguadora,

Para qué quiero el mundo (4)

Si tú como una ola me lavaste.

31 agosto 1923

Notas.

1. Recuerda y se podría traducir este apellido como La flor.

2. Otro inicio: Seré feliz si Usted no siente mi dolor,

3. Poema dividido en tres partes, ésta es la última.

4. Este verso es de la versión popular oral (que me gusta más) en la original es: Para qué quiero mirra.

Estas nuevas traducciones de poemas de una de las mayores poetas de la lírica rusa, se deben al poeta mexicano Víctor Toledo y fueron tomadas de la revista virtual La Otra. Número 75, junio de 2013.

Marina Ivánovna Tsvetáyeva

Yo soy un hombre sincero...

José Martí

Yo soy un hombre sincero

De donde crece la palma,

Y antes de morirme quiero

Echar mis versos del alma.

Yo vengo de todas partes,

Y hacia todas partes voy:

Arte soy entre las artes,

En los montes, monte soy.

Yo sé los nombres extraños

De las yerbas y las flores,

Y de mortales engaños,

Y de sublimes dolores.

Yo he visto en la noche oscura

Llover sobre mi cabeza

Los rayos de lumbre pura

De la divina belleza.

Alas nacer vi en los hombros

De las mujeres hermosas:

Y salir de los escombros,

Volando las mariposas.

He visto vivir a un hombre

Con el puñal al costado,

Sin decir jamás el nombre

De aquella que lo ha matado.

Rápida, como un reflejo,

Dos veces vi el alma, dos:

Cuando murió el pobre viejo (*),

Cuando ella me dijo adiós (**).

Temblé una vez —en la reja,

A la entrada de la viña,—

Cuando la bárbara abeja

Picó en la frente a mi niña.

Gocé una vez, de tal suerte

Que gocé cual nunca:—cuando

La sentencia de mi muerte

Leyó el alcalde llorando.

Oigo un suspiro, a través

De las tierras y la mar,

Y no es un suspiro,—es

Que mi hijo va a despertar.

Si dicen que del joyero

Tome la joya mejor,

Tomo a un amigo sincero

Y pongo a un lado el amor.

Yo he visto al águila herida

Volar al azul sereno,

Y morir en su guarida

La víbora del veneno.

Yo sé bien que cuando el mundo

Cede, lívido, al descanso,

Sobre el silencio profundo

Murmura el arroyo manso.

Yo he puesto la mano osada,

De horror y júbilo yerta,

Sobre la estrella apagada

Que cayó frente a mi puerta.

Oculto en mi pecho bravo

La pena que me lo hiere:

El hijo de un pueblo esclavo

Vive por él, calla y muere.

Todo es hermoso y constante,

Todo es música y razón,

Y todo, como el diamante,

Antes que luz es carbón.

Yo sé que el necio se entierra

Con gran lujo y con gran llanto.

Y que no hay fruta en la tierra

Como la del camposanto.

Callo, y entiendo, y me quito

La pompa del rimador:

Cuelgo de un árbol marchito

Mi muceta de doctor.

(*) El padre de Martí quien murió el

9 de marzo de 1887, en Cuba.

(**) Se refiere a la despedida de

María Cristina Granados, “La niña

de Guatemala”.

Tomado de “Versos Sencillos”, 1891.

De Julia a Bolívar

Julia de Burgos

A Simón Bolívar

Cuatro estrellas que se encienden en estrellas libertarias

ensartadas como perlas milenarias

en tu América se ven.

Boyacá con Carabobo - Carabobo con Junín-

y Junín con Ayacucho - resonancias de tu ser.

Son las cuatro marejadas

donde abrió en rosas de gloria el estruendo de tu espada

junto al gesto de tus bravos

paladines del deber.

Cada pétalo de rosa dio una patria libertada

-sangre joven de la América-

-fruto ardiente de tu brazo y de tu fe.

¡Vive América, Bolívar!

Vive América en el pulso de tu ejército inmortal.

El camino señalado por tu espada

se enrojece con la sangre de los mártires y héroes

que engendraste en las entrañas de los tiempos

para izar el pabellón de tu ideal.

Vive América, Bolívar,

y también vive tu espada

mientras haya un solo esclavo que te ultraje

o un tirano que pretenda profanar la libertad.

Vilma Soto Bermúdez es Secretaría de Asuntos Internacionales del Movimiento Independentista Nacional Hostosiano.

lunes, 24 de junio de 2013

PIRINEOS

Al entrar en España, va cayendo la tarde…en los picos, el sol se eleva eternamente—el mundo se abre—. Y los techos de pizarrase quedan en el foro de los pueblos franceses.La torre de Sallent repica allá en el fondo—es domingo—. La brisa juega en las peñas verdes.El ocaso es más puro cada vez. Huele el surmás. Es más claro el ondear de las mieses.Por los prados con flor, en una paz de idilio,mugen, echadas, mansas vacas rosas de leche.El habla del zagal nos toca el corazón.La patria va alejando, maternal, a la muerte…Ventura, soledad, silencio. Las esquilasllenan, cual las estrellas el cielo, el campo alegre.Silencio, soledad, ventura. El agua, en todo,canta entre el descendente reír de los cascabeles…

Juan Ramón Jiménez

IMILLA



Franz Ávila del Carpio

Huraña es la imilla
de los ojos negros
arisca en sus modos
graciosa al andar
tiene de la tierra
morenés de carne
morbidés de pechos
que no saben amar.

Sus dientes perlados
se muestran graciosos
cuando algún llokalla
la mira al pasar
y su risa estalla
como latigazo
invitando al mozo
sus cuitas contar.

Sus manos morenas
dos chihuancos presos
baten ya la puiska
hilando el vellón,
mientras que sus ojos
hurgan, si traviesos
los ojos del mozo
que ella encadenó.

Cantó así el llockalla
su huayno de amores
ríe la doncella
la de morena piel
y rasgó el charango
sus notas de ruego
y los dos juntitos
como unas palomas
cantando las coplas
que el deseo reclama
al río bajaron
buscando al querer.

Del libro: “Aire de valle y montaña”
De Franz Ávila del Carpio
Tarija Bolivia. 1950

Gracias a Usted con mi mano sobre el corazón


Gracias a Usted –con mi mano sobre el corazón

Que no sabe lo mucho que me ama:

Por mis noches tranquilas,

Por los encuentros de las crepusculares horas,

Por nuestros no paseos bajo la luna,

Por el sol que no existe encima de nosotros,

Por el dolor que no siente, lamentablemente,

usted por mí,

Por el dolor que no siento, lamentablemente, por Usted.

3 de mayo, 1915

domingo, 23 de junio de 2013

Llueva y truene

Nuestra Santa Cruz fue aldea
en tiempos de la cachaña,
pero siempre se dio mañas
para esconder su cara fea.

Bellas también, y a montones,
lo fueron igual, sus mujeres
que alimentaban quereres
entre los con pantalones

De casimir o de lino,
los bien plantados o chuecos,
o los que no cubrían huecos
del presente o sus destinos.

Les importaba una chima
a las gentes de esta historia
si trepaban a la gloria
siendo malo o bueno el clima.

Era cuestión entre todos
los al punto congregados,
sólo evitar ser pringados
de algún pegajoso lodo,

De ese que una vez prendía
era imposible quitarlo
ni refregando con marlo
ni con baldes de lejía.

Se acuñaba y aún se acuña
lo que decían de un tirón
de una mujer o un varón:
“¡trasminado va a pezuña!...”

No le faltaba pretextos
a la gente de nuestro valle
para lanzarse a la calle
con sus múltiples defectos,

Sin que le importase un bledo
que una vecina o vecino,
cruzándose en su camino
lo apuntase con su dedo

Y libre dejase a su pico,
modo de injurias tratar,
antes de ir a matar,
según ley de pueblo chico.

Gustavo Adolfo Baca

Me gusta que Usted…

Me gusta que Usted, no esté enfermo por mí (2)

Y que yo tampoco me enferme por Usted,

Que nunca el pesado globo de la tierra

Se escurra bajo nuestros pies.

Me gusta que pueda ser ridícula, perversa

Y buscar palabras adecuadas

Y no ponerme roja con ola sofocante

Si apenas nuestras mangas se rozaran.

Me gusta que delante de mí Usted pueda abrazar

Tranquilamente a otra mujer,

No me condena a arder en el infierno

Por no besarlo a Usted.

Y que mi cariñoso nombre, mi Cariño

No recuerde ni en la noche ni en el día…

Que nunca sobre nosotros, en el silencio de la catedral,

Cantarán el Aleluya.

Marina Ivánovna Tsvetáyeva

viernes, 21 de junio de 2013

Pasional

Esteban Foncueba

Dame tu corazón; dame, alma mía

el rico aroma de tus labios rojos…

Quiero calmar la sed de mis antojos,

libando de tu besos la ambrosía…

Oyendo de tu voz la melodía,

quiero embriagarme en tus divinos ojos;

ahogar en mis ternuras tus enojos,

¡y morir, en tus brazos, de alegría…!

No aumentes con la duda mi tormento.

Tal ilusión por tus caricias siento,

que solamente por gozarlas vivo…

No temas, no, mi amor; no te acobarde…,

¡que cuanto más en complacerme tardes,

más a tus pies me encontrarás cautivo!

jueves, 20 de junio de 2013

Penas y quejas

Gustavo Adolfo Baca

Llené mis alforjas viejas
En una noche serena,
Un poquito con mis penas
Y otro tanto con mis quejas.

Me lancé por los caminos
De hondas y tibias huellas
Haciendo de las estrellas
Las guías de mis destinos.

Tan mal no me fue, es cierto,
Pues aunque anduve sin rumbos y a veces de tumbo en tumbo,
Sin llegar a ningún puerto,

Tropecé con buenas cosas,
Con unas manos tendidas
Que curaron mis heridas
Entre tiernas y piadosas.

Me aparecieron al cruce
Dos ojos grandes, profundos,
Que a mi suerte de errabundo
Engalanaron de luces.

Se me olvidaron mis penas,
Se disolvieron mis quejas,
Parecían cosas viejas,
Tan solo un grano en la arena.

Mas volví a hacer camino
En las alas de los vientos
Porque no era el momento
De dar cima a mis destinos.
Logré remontar colinas
Y descender al bajío
Sintiendo en los ojos míos
Las lágrimas peregrinas

Del cansado, del vencido,
Del que nunca va a encontrar
No obstante su eterno andar,
La paz de Dios, el olvido.

Mis pobres alforjas viejas
Continuaban aún llenas
De aquellas primeras penas,
De aquellas primeras quejas

miércoles, 19 de junio de 2013

Tu retorno

Eric Luis Cárdenas del Castillo
Un día una princesita

su hogar que era su nido

por otros vientos dejó

Los celos que cosechó

la cargaron de desengaños

y a un impulso se alejó

Llevóse la dulce princesa

a su hijo que es un primor

dejando a su ruiseñor

lleno de hondo dolor

La confundida princesita

con su niño se cobijó

donde equivocadas personas

a quienes oídos prestó

Estas le aconsejaron

sacar de su corazón

al hombre que la amaba

y a quién un hijo le dio

Así la hermosa princesa

a otras tierras embarcó

mientras dejaba en oscuras

a su pobre ruiseñor

Pasado el primer desencanto

éste sus alas alzó

para buscar su princesa

donde la confusión la llevó

Ya con sus alas cansadas

todo triste el ruiseñor

volvió a su nido solo

a llorar su desolación

Cuando de pena moría

una bondadosa abuelita

que enferma le recibió

le dijo al enamorado

no desmayes ruiseñor

Tu princesita y su niño

no muy lejos han de estar

confía en tu amor por ellos

que Dios te los devolverá

Así un día volando

el afligido ruiseñor

en una ciudad blanca

a su princesa encontró

Todo el dolor de su alma

al instante se calmó

y con gran algarabía a su

encuentro marchó

La princesita sorprendida

en un dilema quedó

volver a su hogar querido

o seguir el viaje que emprendió

El ruiseñor y su princesa

con serena reflexión

acordaron olvidarse

de lo malo que pasó

Volver a amarse en su nido

y educar a su primor

en su hogar lleno de amor

para que cuando viejitos

los entierre el nuevo ruiseñor.

martes, 18 de junio de 2013

Hijo mío

Mientras vivas en esta casa

Deberás hacer lo que yo te ordene

Cuando establezcas tu hogar

Podrás hacer lo que quieras

En esta casa no existe democracia

Yo no hice campaña política

Para ser tu padre;

Tu no votaste por mí

Somos padre e hijo

Por la gracia de Dios

Y yo acepté este privilegio

Con su enorme responsabilidad

Al aceptarla, adquirí la obligación

De actuar como tu padre

No soy tu amiguito. . .

Nuestras edades son muy diferentes

Podemos compartir muchas cosas

Pero no confundamos el comportamiento

Somos amigos pero en diferentes niveles

Por ello tu harás, en esta casa

Lo que yo ordene

No deberás cuestionarme,

Ya que todo lo hago motivado

Por el cariño que te profeso

Todo esto será

Muy duro de comprender

Hasta que tú tengas un hijo

Hasta entonces confía en mí.

De Excelencias de la Sabiduría de Miguel Angel Cornejo.

El tren eterno

Manuel de la Revilla

–¡Alto el tren!

–Parar no puede.

–Ese tren ¿a dónde va?

–Por el mundo caminando, en busca del ideal.

–¿Cómo se llama?

–Progreso.

–¿Quién va en él?

–La Humanidad.

–¿Quién le dirige?

–Dios mismo.

–¿Cuándo parará?

–Jamás.

lunes, 17 de junio de 2013

De Magnificat

Eugene Guillevic

Yo beso tus rodillas,

estoy llegando.



Y pensar

que hay momentos

en los que para ti / soy

más leve que el aire.



Libérame

de este delirio

del que jamás

yo me libero.



Quédate. Quédate.

No te vayas siempre

incluso contra mí.



Con los vientos, con los ríos,

con todas las corrientes

que surcan la tierra.



Como la lava

repta bajo la tierra,

se reúne,

llega a la abertura,

se entrega,

hace sitio

a otras lavas.