domingo, 7 de julio de 2013

Como monedas viejas sobre la tierra

Paura Rodríguez Leytón

Como monedas viejas sobre la tierra

Juntos vamos limpiándonos el polvo.

Juntos lamiendo la oscuridad,

remachando el silencio

con augurios cotidianos.



Juntas,

las formas

de nuestros pies

transitan

el delirio del olvido.



Y me refiero a la noche

como a un riguroso paseo por tu cuerpo,

como a un mapa inextricable de voces sobrecogidas,

como a una bocanada de humo sediento,

como a un caudal de horas sin fondo.

Reordenar la vida:

¿será como tender un mantel sobre la mesa?

Entonces,

quizás

no sea tan difícil morir.



8



Habrá que arrancarle una locura

a este mudo atardecer de plaza ajena:

troncos lanzados al cielo,

está ese mendigo loco que escribe números:

harapos trapos desechos.



Tus ojos pacientes,

mi ojo pertinaz,

la tozudez,

el desvelo:

tu muerte ha estado ahí,

siempre.



11



Caminos de roja tierra.

urgencia de no diluirse en el olvido.

Un rostro era todos los rostros,

una boca

la misma

que gritaba

y enmudecía.



Calles ardientes:

todas las puertas te escudriñaban,

dotadas de cinco sentidos te comían.



La eternidad

podría ser tan insondable

como la oscuridad de este recodo.



Hay álamos,

hay luna y campanario.

Hay tierra roja en la piel,

en las fosas nasales,

en cada palabra pastosa y delirante.



Latía el suelo

como un corazón gigante:

era el agua furiosa.

Ahí el éxtasis,

(entre maravilla y miedo).



Tierra roja en los pies,

agresiva,

calcinando la memoria.



13



Llegó el agua desgranado la noche.

Yo guardé el horizonte en mí:

había cerros lejanos,

azules cerros dormidos.

(Las montañas hermosas, dije).

Lontananza.



Tan cerca de lo lejos,

tan demasiado cerca del olvido.

Te expulsa el tiempo,

te lanza como a un insecto.



Lo extraño

son las horas

para las que estamos previstos.

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