martes, 26 de marzo de 2013

Litoral

Gerardo A. Tapia

Dónde estás… Lozanía de mi alma

pedazo de cielo azul claro escoltado de nubes grises

dónde estás niebla obscura de ternura y libertad

indomable pedazo de valor y corazón

dónde estás... Dónde estás hija mía

dónde estás Litoral…

pedazo de mi ser y mi espíritu… dónde estás

arrancada de mi pecho y de mi alma, por la codicia y odio del invasor

No hallo consuelo en tu olvido, no hallo consuelo en el susurro del viento

Que dice… que estás bien

que vives lejos de mi, sin saber nada de mi

escucha Litoral… escucha el clamor del mar

Escucha el clamor de tu madre… Bolivia

Escucha por que eres hija mía arrancada de mi seno más profundo

Que un día obscuro y funesto, te arrancaron de mis brazos de amor y ternura

Invasores armados de odio, decidieron tu suerte… lejos de mí

Mi hija amada Litoral, dónde estás…. Clama tu madre y toda América

Acaso no recuerdas la sangre de valientes hombres

Que uno sólo se batió contra cien chilenos

Que prefirió morir antes de verte caer ante el funesto invasor

Luces de recuerdo naufragan en tus costas… es el eco de valientes fragatas peruanas

Que al oír del ultraje, de tu invasión se lanzó contra el infame invasor…

Sólo estoy aquí pérdida… Con un inmenso vacío en mi pecho

No hallo consuelo en el grito ¡que volverás! … ¡que volverás!

¡Que volverás a Bolivia otra vez….!

La que sueña con el mar

Martha Gantier B.

Le dijeron que era azul,

Azul cobalto,

Azul cielo

Azul de Prusia

Azul rey, azul oscuro,

Azul claro, azul verdoso

Azul, azul, azul. . .

Tiene más de cien años,

Millones de quenas llorando en su alma

Y aun sueña en azul

domingo, 24 de marzo de 2013

El portero

Era apenas el portero
de la escuelita fiscal,
más se daba un aire tal,
-con su paso sillonero-,

De algún maestro augusto,
que si en su recorrido
daba con desprevenidos,
le provocaba gran susto.

De todo tenía un poco
el tan singular portero,
si hasta era relojero
aparte de zonzo y loco.

Ponía el mayor afán,
el portero de la escuela,
en acosar muchachuelas
presumiendo de galán.

“¡A mí no hay profesora,
-proclamaba engreído-,
que no me diga al oído
venite con quien te adora!...

Si hasta afirmó sobrador,
sin teñirse de rubores,
que lo requirió de amores
un severo director;

Para añadir muy campante
que igual todo lo excita,
desde la humilde hormiguita
hasta el trompudo elefante.
cobró fama de embustero,
de charlatán consumado,
pero seguía entorchado
el engreído portero.

Hasta que el presunto guapo,
-vale decir, el portero-,
fue visto tras un ropero
con su muñeca de trapo.

La miraba y sonreía,
con gran goce la sobaba
y hasta bizco se quedaba
en tanto la desvestía

martes, 19 de marzo de 2013

Verde, que te quiero verde

Federico García Lorca

Verde, que te quiero verde.

Verde viento. Verdes ramas.

El barco sobre la mar

Y el caballo en la montaña.

Con la sombra en la cintura

Ella sueña en su baranda,

Verde carne, pelo verde,

Con ojos de fría plata.

Verde que te quiero verde.

Bajo la luna gitana,

Las cosas la están mirando

Y ella no puede mirarlas.

Verde, que te quiero verde.

Grandes estrellas de escarcha

Vienen con el pez de sombra

Que abre el camino del alba.

La higuera frota su viento

Con la lija de sus ramas,

Y el monte, gato garduño,

Eriza sus pitas agrias.

Pero, ¿quién vendrá? ¿Y por dónde?

Ella sigue en su baranda,

Verde carne, pelo verde,

Sonando en la mar amarga.

-Compadre, quiero cambiar

Mi caballo por su casa,

Mi montaña por su espejo,

Mi cuchillo por su manta.

Compadre, vengo sangrando,

Desde los puertos de Cabra.

-Si yo pudiera, mocito,

Este trato se cerraba.

Pero yo ya no soy yo

Ni mi casa es ya mi casa.

-Compadre, quiero morir

Decentemente en mi cama.

De acero, si puede ser,

Con las sábanas de Holanda.

¿No ves la herida que tengo

Desde el pecho a la garganta?

-Trescientas rosas morenas

Lleva tu pechera blanca.

Tu sangre rezuma y huele

Alrededor de tu faja.

Pero yo ya no soy yo,

Ni mi casa es ya mi casa.

-Dejadme subir al menos

Hasta las altas barandas,

¡Dejadme subir!, dejadme,

Hasta las verdes barandas.

Barandales de la luna

Por donde retumba el agua.

Ya suben los dos compadres

Hacia las altas barandas.

Dejando un rastro de sangre.

Dejando un rastro de lágrimas.

Temblaban en los tejados

Farolillos de hojalata.

Mil panderos de cristal

Herían la madrugada.

Verde, que te quiero verde,

Verde viento, verdes ramas.

Los dos compadres subieron.

El largo viento dejaba

En la boca un raro gusto

De hiel, de menta y de albahaca.

-¡Compadre! ¿Dónde está, dime,

Dónde está tu niña amarga?

¡Cuántas veces te esperó!

¡Cuántas veces te esperara,

Cara fresca, negro pelo,

En esta verde baranda!

Sobre el rostro del aljibe

Se mecía la gitana.

Verde carne, pelo verde,

Con ojos de fría plata.

Un carámbano de luna

La sostiene sobre el agua.

La noche se puso íntima

Como una pequeña plaza.

Guardias civiles borrachos

En la puerta golpeaban.

Verde, que te quiero verde.

Verde viento. Verdes ramas.

El barco sobre la mar.

Y el caballo en la montaña.

"A mi San José"

De: Juan Eloy GuzmánLaura
Orgulloso yo llevo

en mi corazón

la poderosa "V" azulada

en cualquier lugar del país

brillas como un sol

*V*

Equipo de mis amores

nunca desmayes

porque tú nos diste

el orgullo de ser

orureños de verdad.

*V*

Con pundonor deportivo

te ganaste el lema de:

"San José es Oruro y

Oruro es San José"

*V*

Palabras que representan

la unión de todos

tus seguidores quirquinchos

en esta alta tierra de los Urus.

*V*

Y como hoy mi San José

como hoy, mañana y siempre

quiero que seas campeón

por el resto de mis días.

*V*

¡Adelante mi San José!

¡Adelante sin desmayar!

¡Viva mi Oruro, y…

Viva Bolivia!... Carajo…



De corazón para los

hinchas y seguidores del equipo más taquillero en toda Bolivia.

(* ) Profesor de Literatura

CEMA "Simón Rodríguez Carreño"

lunes, 18 de marzo de 2013

Memorias

Por: Amanda Balderas de Soria
¡Oh mi linda ciudad!

tierra de leyendas y tradiciones

de poemas y canciones

de hombres pioneros

audaces y tesoneros.



En la guerra del Pacífico

luchó contra todos los cínicos

Ildefonso Murguía el encumbrado

fue comandante de los Colorados.



Con su espada cegó la opresión

dando a Bolivia liberación,

fue Sucre el gran Mariscal

que fundó el primer templo del saber,

en el colegio Bolívar

centenares aprendieron a leer



Aniceto Arce fue el protagonista

plasmando sus ideas progresistas

trayendo el tren por caminos de acero,

por la Patria así demostrando su esmero



A César Achaval y José Encinas Nieto

les debemos las autorías

y entonamos con algarabía

el himno que a orureños identifica.



Fue tu hijo el primero

¡El intrépido Juan Mendoza!

que irrumpiendo en alto vuelo

conquistó tu diáfano cielo.

¡El primero de la aviación en la Patria!,

grabando con letras de gloria

su nombre por siempre en la historia.



Instaurando principios y límites

creando decretos y leyes,

es a Pantaleón Dalence, abogado notable

que hoy Oruro recuerda

por su labor destacable.



Simón Patiño fue por años

el único rey del estaño,

explotando la veta "Salvadora"

que como ésta no hubo hasta ahora.



Pronosticando el éxodo de orureños

Gilberto Rojas nos dejó el consuelo,

para recordar nuestro querido suelo

con la cueca "Adiós Oruro del Alma"

que en la angustia nos llena de calma.



Como el dulce trinar del ruiseñor

es Zulma Yugar, que en sus canciones

lleva nuestra música por el mundo,

el rojo, amarillo y verde

con el sentimiento más profundo.



Y alguien tenía que sentar precedente

que Oruro está en el planeta presente

es el subdecano nacional,

LA PATRIA siempre leal

brindando a su pueblo información,

Enrique Miralles hombre destacado

el ejemplo en periodismo deja como legado.



Son hijos o querendones de este pueblo

que marcaron su paso por la vida

y hoy los recuerda la historia

honrando así su memoria.

domingo, 17 de marzo de 2013

Los pájaros

Felipe García Quintero

Los pájaros

Los pájaros clavan sus picos en mi carne.

Sobre mis palmas reposan. Beben el agua de mis ojos y mi lengua calla. La dicha de ser su alimento no me alcanza.

Otra será mi gloria, no los cielos.

Con amor de piedra



El pájaro mira en el agua el cielo cautivo.

Gota a gota lo rompe.



Y a sorbos el reflejo de las alturas.



Al tornar la mirada del aire

–ese volver al aire la mirada–

llenos de sed sus ojos tiemblan.



Soy el excusado



Soy el excusado, la triste versión de un caballero andante en tierras de la mancha. No tengo armas ni escudero que sean mi voz en el camino. No poseo Dios ni Rey. El nombre de mi señora lo he olvidado entre los árboles de una noche sin luna. He perdido todas las cosas que vienen del mundo.



Ahora siento que nunca he abrigado el amor, solo estas piedras afiladas atesoro para mi pecho. Desde aquí no veo ya el sol no escucho cantar el agua del río, hablo de ellos solo en mi penumbra.



Mi laúd ya no tiene cuerdas y bajo su madero, miro las polillas multiplicarse.



Una noche



Una noche siendo yo un niño, mi padre me dijo –ya no recuerdo las palabras–: escóndete en la casa, luego te

buscaré.



Sigo escondido, esperando.



Uno cree



Uno cree en la escritura. Que la escritura es aire, y basta.



Mas el lenguaje habita la intemperie de la casa, persiste en la humana gravedad.



Porque escribir es cargar con la procesión de tu vida, con los enseres que no caben en otro rincón que no sean los días, que uno tras otro son la nada.



Porque la muerte es irse y ya.



Y es la voluntad del amor el morir.



Sí, el amor del morir, la única escritura.



La cabra



Como Umberto Saba, he hablado a una cabra. Y como hoy yo mismo, estaba sola en el prado, atado, como ella también de noche, a un viejo laso, ahíto de hierba. Bañado por la lluvia, igual, balaba.



Ese su balido, como ahora el poema, era fraterno a mi dolor. Será porque yo hablé primero que la cabra entonces se acalló. Y porque el dolor es eterno, dice el poeta, tiene una sola voz y nunca cambia.



Mi voz escuché al gemir de la cabra solitaria.



Evito las palabras



Evito las palabras. A cada palabra evito las palabras.



Con cada paso. Cuando escribo no quiero usarlas; no quiero tocarlas cuando hablo.



Escribo para dejar de escribir.



El hambre



El hambre es alimento de la fe.



Tengo hambre –dice el alimento–

Soy tu alimento –responde el hambre–



El pensamiento calla. El silencio escribe.



Y la escritura se niega a saciarles su fatiga de ser lenguaje.



(soy tu silencio –dice el lenguaje–

soy tu escritura –grita el silencio– etc…)



Aquí los alimentos



Aquí los alimentos detienen su transformación. Se agolpan en la garganta como niños muertos en la luz del vientre, el amado sepulcro.



Aquí los pasos no avanzan, no llevan ni traen, aunque se escuchen alejarse cuando llegan y tropiezan con uno adentro. Aquí la casa no es abrigo sino un pozo cegado.



Aquí la escritura no llama, no alumbra.



El alimento no alimenta, los pasos no parten ni llegan: caen y caen en una sola música vacía. Aquí la voz se pierde entre sus oscuros cuartos.



Aquí no es un lugar

El oficial de caballería


Porque en verdad tenía
las piernas arqueadas
echaba parrafadas
de la caballería.

“Yo me pasé la vida
montado en un caballo,
tengo en las nalgas callos”;
era su consabida

y diaria perorata;
“no habían de mi talla,
gané muchas medallas
de oro y de plata

Como mejor jinete”,
decía y lo juraba
y luego enseñaba
un desgastado fuete

Que dizque en el Chaco
Quitó a un paraguayo
Que huía como rayo
Sudando los sobacos.

“Yo fui un oficial,
-juraba entusiasmado-,
y hubiera alcanzado
siquiera a mariscal

Pues potro no existía
en todos los lugares
que cuando en sus ijares
mis espuelas hundía,

No andase sillonero;
en una cabalgata
era cual garrapata
prendido de mi apero.”

¿Eran historias ciertas
las que nos relataba
Y que a todos dejaba
Tamaña boca abierta?

Tal vez… Mas fue lo malo
que lo tumbó de bruces
y le apagó sus luces
un rucio hecho de palo

miércoles, 13 de marzo de 2013

Alegría

Detrás de la cortina veo

nubladamente mi ciudad:

los techos empapados de sol,

la pradera de nomeolvides

del río,

el bosque rojo de las chimeneas,

las flechas inmóviles

de los pararrayos.

Cubos grises

tatuadas de negras ventanas.

Pegados a la tierra

árboles inofensivos

lloran su humildad esclava

en los patios pequeños.

Finos arroyos de miel,

de miel cálida

como el sol de los tejados,

suben y bajan

en marcha circular

por la isla

pálida de mi cuerpo.

El alma, espiral gris perla,

sube a tocar el cielo,

lo abarca de extremo a extremo,

y expandiéndose

hasta aplicarse a su bóveda

ampara y besa

la ciudad querida.

ALFONSINA STORNI.

martes, 12 de marzo de 2013

El pintor

A la vuelta en un cuartucho
vivía el pintor,
inquieto como un picaflor
y paliducho.

Por un real,
la carátula del cuaderno,
que era un paisaje de invierno
o uno primaveral,

Nos pintaba;
siempre ceremonioso
en su arte hallaba gozo
y se notaba.

La paciencia
nunca jamás perdió
y eso que motivo no faltó,
¡si lo sabré a conciencia!

“¡Pínteme un mono
o una gallina clueca
o una cholita bailando cueca!”,
le pedían en todo tono.

¿A su abuela,
-le preguntaron una vez
con fingida candidez-,
nunca la pintó a la acuarela?”

En un lienzo
pintó a una dama,
su obra para lograr la fama,
según decía tenso.

De un pote
salió la pintura
con que a la dama de la gloria futura
le pintaron los bigotes.

Y de dos pinceladas locas,
a esa dama de su inspiración,
le pintaron de sopetón
un pucho en la boca.

Tampoco perdió
la paciencia,
pero sé, y a conciencia,
que esa vez lloró.

Una vida

Gustavo E. Etkin


Silencio
y después
luces sombras
colores diferentes.
Ruidos voces
cantos gritos
sonidos empezaban
ruidos terminaban.
Todo empieza
todo termina.
Voces que lo nombran
una voz que le canta
luces que se prenden
luces que se apagan.
Y después él en el espejo
su nombre en un papel
su ropa en un armario
un peine en su pelo.
Y colores
y olores
la suavidad
de algunas pieles
que están
van
vienen
pasan.
Y después
una vez
de nuevo silencio.
Bahía de San Salvador, Brasil.

lunes, 4 de marzo de 2013

¿QUO VADIS?

Adela Zamudio

EL POEMA QUE EXCITÓ LA EXCOMUNIÓN

Después de visitar el Vaticano y sus tesoros adquiridos en culturas del mundo entero, saber del banco y otros réditos, evoco con emoción el poema QUO VADIS de "SOLEDAD" la gran poeta boliviana cochabambina DOÑA ADELA ZAMUDIO, a quien excomulgaron por esta poesía y por salir en defensa de la educación laica. Para que llegue al gran teólogo de la Liberación, el Maestro LEONARDO BOFF, un poema que tiene plena vigencia.

¿QUO VADIS?



Sola, en el ancho páramo del mundo,

sola con mi dolor,

en su confín, con el estupor profundo

miro alzarse un celeste resplandor:

es ¡Él! Aparición deslumbradora

de blanca y dulce faz,

que avanza, con la diestra protectora

en actitud de bendición y paz.



Inclino ante Él mi rostro dolorido

temblando de ternura y de temor,

y exclamo con acento conmovido:

¿A dónde vas Señor?



La Roma en que tus mártires supieron

en horribles suplicios perecer

es hoy lo que Los Césares quisieron:

emporio de elegancia y de placer.



Allí está Pedro. El pescador que un día

predicó la pobreza y la humildad,

cubierto de lujosa pedrería

ostenta su poder y majestad.



Feroz imitador de los paganos,

en Santo Inquisidor

ha quemado en tu nombre a sus hermanos...

¿A dónde vas Señor?



Allá en los templos donde el culto impera

¿Qué hay en el fondo? O lucro o vanidad.

Cuán pocos son los que con fe sincera

te adoran en espíritu y verdad

el mundo con su sangre redimida

veinte siglos después de tu pasión

es hoy más infeliz, más pervertido,

más pagano que en tiempo de Nerón.



Ante el altar de la Deidad impura,

huérfana de ideal, la juventud

contra el amor del alma se conjure

proclamando el placer como virtud



las antiguas barbaries que subsisten,

solo cambian de nombre con la edad:

la esclavitud y aun el tormento existen

y es mentira grosera la igualdad



¡Siempre en la lucha oprimidos y opresores!

De un lado, la fortuna y el poder,

del otro, la miseria y sus horrores;

y todo iniquidad... Hoy como ayer.

Hoy como ayer. Los pueblos de la tierra

se arman para el asalto y la traición,

y alza triunfante el monstruo de la Guerra

su bandera de espanto y confusión.



Ciega, fatal, la humanidad se abisma

En los antros del vicio y del error.

Y duda, horrorizada de sí misma...

¿A dónde vas, Señor?

Este poema tiene 13 estrofas muy fuertes, sonoros y ardientes que se forman en una disciplina cruda y acusan a la iglesia católica de crueldad, hipocresía y perversión. Cochabamba se quedó espantada. El estupor fue grande. Matronas de la sociedad, las más sensibles que habían visitado en el Vaticano al Sumo Pontífice (LEON XIII) y que habían regresado cautivadas por la modesta sencillez de su trato, vertían lágrimas en sus ojos al leer Allí está Pedro cubierto de lujosa pedrería

La interpretación literaria que se le puede dar a este poema es como un grito de insatisfacción humana por un corazón solitario ante el aparente naufragio del espíritu cristiano que no logra detener la desigualdad social, el crimen de las guerras ni la vanagloria humana. Denuncia la INIQUIDAD EXISTENTE y LA DESESPERANZA DE SU REBELIÓN IMPOTENTE.

"Soledad" continúa cierta y vigente. Se le llora ausente pero jamás perdida.

POR UNA ENFERMA

Otro tema de Adela Zamudio fue la famosa polémica con el Monseñor Pierini cuando "Soledad" oficiaba de Quijote de la Mancha en Cochabamba. Entonces le avisaron del tema de "SOR LIRIO", LA MONJA Josefa Bascopé, mi pariente lejana en ancestro que perdió la cordura y entró en psicosis luego de haber ingresado en el claustro de Santa Clara en Cochabamba. Las monjas la "tapiaron" hasta la muerte. Tejió con sus cabellos un velo.

Don augusto Guzmán, el escritor de Cochabamba, en su trabajo literario sobre doña Adela Zamudio, refiere "que el año 1914, dos hechos tienen carácter relevante por encima de su condición de maestra: un ensayo y una denuncia: el primero fue Temas Pedagógicos, donde la escritora imprimió su voluntad y experiencia de docente, sobre todo en principios éticos y morales a partir del tercer grado de la escuela primaria, dirigido particularmente a las niñas: la teoría de formación de la conducta, "y las condiciones a favor de las cuales la futura madre podrá guiar su bajel con mano segura".

Pero donde don Augusto imprime el sello de la importancia literaria es en la descripción y transcripción del artículo titulado "POR UNA ENFERMA" argumentando lo que sigue:

"Pasaron los meses de abril y mayo del año 14. Y otra vez, como el año anterior, doña Adela Zamudio sacude el ambiente calmo y tibio de la ciudad, desde las columnas de "El Heraldo", con un artículo sensacional sobre el caso de la monja Josefa Bascopé, enloquecida en su encierro en el convento y reducida a la más baja miseria humana.

Como pieza periodística "Por una Enferma", es una de las crónicas más fuertemente dramáticas y acusadoras que se haya escrito nunca en Bolivia. La intensidad del relato no disminuye la elevación generosa de los pensamientos. El tema real fue tratado con galanura y preocupación literaria, al punto que su valor argumental y su expedición narrativa, son en todo semejantes a los de un cuento realista, de esos que la autora los sabía componer airosamente. No sólo la verdad brilla con fulgores de diamante en esas líneas; en cada párrafo hay un clamor desesperado que llama a la justicia; un corazón desgarrado que sangra de caridad profunda como de compasión personal, entrañablemente sincera. Reproducimos el artículo con pequeñas reducciones que no comprometen su fuerza ni su sentido."

Bajo la cúpula azul de nuestro hermoso cielo, se alza, soberbio, el edificio nuevo destinado a las monjas clarisas. Las treinta celdas del piso principal, ventiladas por elegantes puertas y ventanas ojivales, constan, cada una, de una alcoba espaciosa y una pieza de recibo…Celdas privilegiadas, de cuyas ventanas se contempla el majestuoso paisaje de la montaña: sus azuladas cumbres y sus vertientes engalanadas de vegetación.

El armonioso conjunto de esas arcadas góticas, los vastos patios, que serán en breve convertidos en jardines, deberían sugerir al pensamiento ideas de vida, de actividad y resurgimiento; mas no es así.

El gran silencio y la gravedad solemne del edificio, dominan el espíritu que, sin quererlo, evoca una visión: la imaginación se representa al grupo exiguo de religiosas que hoy constituye la comunidad; las ve avanzar por aquellas galerías arrastrando pesadamente sus oscuras vestiduras, subir las escaleras y llevar a todos los rincones la abrumadora monotonía de sus estrechas reglas. Al este de los claustros, subsiste una fracción de la antigua huerta del monasterio. Al pie de los frutales, entristecidos por el invierno, sonríe la frescura de algunos surcos de hortalizas. Al centro, un grupo de añosos olivos ostenta el ceniciento verdor de su ramaje cubierto de frutos. A su sombra bullen las aguas clarísimas de un surtidor de cal y piedra, medio derruido, cuyo murmullo melancólico ha arrullado los fúnebres ensueños de las religiosas durante tres siglos.

Al sud de la huerta se ve una pequeña construcción, apartada del cuerpo del edificio, de 20 metros aproximadamente… ¿Es pues verdad que en pleno siglo XX existe alguien que sufre un cautiverio semejante a los de remotas barbaries? Si no es verdad, ¿cuál el objeto de dicha construcción? El cuarto bajo deja espacio a un pasillo que conduce a la maciza puerta que resguarda el diminuto patio…

En una de sus hojas ha sido practicada una incisión semicircular, especie de mirilla cuya portezuela, cerrada con llave, al ceder el pestillo se coloca en posición horizontal dejando un hueco preciso al plato que contiene el sustento de la emparedada, la cual por la poca altura del agujero, no puede ver el rostro de quien se lo alarga. La pieza del piso bajo, da a un bonito corredor que mira a la huerta. ¡Oh contraste humano! Cuarto y corredor exteriores se hallan destinados a los días de campo de la comunidad. Por poco ruidosas que esas fiestas sean, sus ecos llegarán hasta la solitaria, recrudeciendo las agonías de su aislamiento.

Al penetrar en ese patiecillo se siente el calofrío del pavor, mezclado a la angustiosa sensación de lo inevitable. La barandilla del corredor es demasiado baja y sugiere esta pregunta: En un acceso de desesperación, ¿no será facilísimo que se arroje al patio?...Sus gritos no turbarán el sueño de las religiosas que se hallarán bastante lejos, y ansiosa, ensangrentada pasará, quien sabe cuántas horas sin más auxilio que la helada caricia de la noche… que no será aún la noche de su miserable vida, porque los desgraciados tardan en morir.

Desde el momento en que por el engaño o por la fuerza fue introducida en ese recinto, el universo quedó reducido para ella a esas cuatro paredes y el pedazo de cielo que alcanza a ver sobre su cabeza. ¡Una cárcel dentro de otra cárcel! Una tumba dentro de otra tumba!... Últimamente la enferma desenladrillaba su celda para plantar en ella todas las flores que llegaban a sus manos…esa pequeña ternura por los vegetales ¿no indica que su espíritu es todavía susceptible de curación? ¿Qué es pues, sépalo el público por fin, qué es la hermana Josefa? Si es una religiosa debería tener un puesto al lado de sus hermanas, en el claustro, en el coro, en el refertorio. Si es una enajenada, ¿por qué no intentar su curación fuera del claustro? Si es una criminal, existe un ministerio público que puede juzgarla. ¡Criminal! Criminal es la sociedad que no ignora sus ansias de catorce años y se contenta con oírlas referir. Todos la vimos radiante de juventud y de belleza, la corona simbólica en las sienes, serena y resigna como la virgen druida al embarcarse hacia la isla terrible de los sacrificios… Un año después, en su profesión, la encendida frescura de sus mejillas había huido y su rostro, de perfecta belleza, sólo expresaba suprema resignación. Sus amigas recuerdan que al darle su despedida, se vio obligada a apoyarse para no caer. ¿Era el presentimiento de su pavoroso destino?

Todos sabemos que la mujer honesta y desdichada que le dio el ser, próxima a morir, en hora aciaga, espantada ante el espectro de la miseria que amenazaba a sus tiernas hijas, imploró la caridad de una amiga, la cual, temerosa de los peligros del mundo, indujo a la pobre niña de 17 años a tomar el velo, y que ésta se decidió por no disgustar a la protectora de sus hermanitas. Hoy tiene apenas 31 años; le quedan muchos aún, sin otra esperanza que la calma indolente de la demencia.

En momentos de crisis, figurándose que mascaba sus cadenas, ha mascado furiosa cuanto objeto duro o cortante tenía a su alcance, y hoy, desgranadas las perlas de su boca, ésta no es más que un agujero sangriento. Nada más horripilante que el presente que hizo a una hermana suya que consiguió hace poco despedirse de ella al ausentarse del país. Muchas personas lo han visto. Los dedos estremecidos se niegan a tomarlo. ¿Qué es? Un velo. Un finísimo velo de color sombrío. Arrancando una por una las fibras de su cabellera ha tejido un velo… ¡Cuántas lágrimas de amargura insondable habrán vertido sobre ese trabajo, no con los ojos de la enferma, que ya no lloran, sino los de esa hermana infeliz?

Su suerte inicua ¿fue inevitable? ¿Quién es culpable de ella? ¿Son ellas, las otras enclaustradas, algunas de las cuales padecieron las mismas agonías y reprimieron los mismos impulsos? ¿Quién puede asegurar que iniciada la idea de libertarla, no la aceptarán quizá con alegría? El cobarde egoísmo con que la apartan de sí no es más que el resultado de un régimen de vida despejada de afán y de luchas generosas. Vida en que la abnegación no tiene razón de ser. Es entonces ¿la institución? Como origen sí, pero no por una absoluta prohibición de todo remedio. No hace muchos años que un padre visitador envió a su casa a dos profesas del mismo convento, por razones menos graves y apremiantes que la presente. ¿Será la justicia pública que no concede importancia a este doloroso asunto? Nadie ha podido explicárselo. Bien sé que todos estos renglones no pudiendo ser desmentidos, serán públicamente anatematizados; bien se que cierto fanatismo calculador, que ahoga en el pecho los impulsos naturales y detiene a los ojos las lágrimas por sujetarse a conveniencias, se estrellará otra vez contra mí y me cubrirá de improperios. No me hacen mella. Si estos renglones mueven a alguien; si consiguen un cambio favorable en la existencia de la pobre enferma, los bendeciré y será el único triunfo de mi vida.

La alarma repercutió en todos los sectores y se abrió el debate en la prensa. Intervino el ministerio público igualmente escandalizado; pero la marea alta bajó prontamente y sobrevino la calma. Después de todo no había qué hacer con la infeliz reclusa. Los médicos Aurelio Meleán Camacho y Landívar, nombrados por el fiscal para examinarla, informaron al final que en efecto la monja estaba loca, presa de manías eróticas y místicas; además atacada de accesos furiosos, "el carácter incurable de la enfermedad nos impulsa a declarar que el estado actual de la reclusión y el tratamiento al cual está sometida la enferma, se hallan conformes, con las prescripciones aconsejadas por la ciencia moderna". El informe médico legal de ambos galenos fue refutado por periodistas que reclamaban la salida de la enferma a una casa de salud en el exterior y a costa de la comunidad.

"Doña Adela no insistió. La monja siguió en el convento. Y a poco se libró de todo, al aparecer una mañana, muerta, en su retiro, donde la luz de la vida consciente se había apagado muchos años antes."

Comentario de Gastón Cornejo Bascopé: En 1914, el estado de enajenación mental o "Psicosis" no conocía otro tratamiento que la reclusión pero en condiciones sanitarias, es decir en alojamiento digno, jamás de emparedada. La fisiología de las funciones renal y digestiva han debido continuar normales. Imaginemos cuál sería el estado de su condición física y el deterioro humano de la enferma. Deplorable y cruel. Una nutrición deficiente ha debido llevarla a una desnutrición avanzada y caquexia finalmente mortal, seguramente agravada por enfermedades intercurrentes como tuberculosis u otro grave padecimiento.

¿Cuál sería su vestimenta y cuales las condiciones de higiene diarios? ¿Por qué no se solicitó apoyo médico que entonces ya existía en Cochabamba?

Los dos médicos que intervienen a solicitud del fiscal están totalmente errados en el diagnóstico y el tratamiento. Aurelio Meleán Camacho formado en Alemania donde existía toda una escuela al respecto, falló en su procedimiento y certificación.

De Landivar no se tiene constancia de su presencia histórica como médico especialista, tampoco su existencia como galeno en ese entonces. Más bien, el Dr. Adrián Trigo, especialista neurólogo y psiquiatra, fue quien en alguna oportunidad me comunicó la atención a una enferma mental de apellido Bascopé encerrada en algún convento de claustro. Él utilizaba el electrochoque desde su llegada de Francia pues era formado en la Sorbona de París.



Gastón Cornejo Bascopé. Médico cirujano.

Fue Presidente de la Sociedad Boliviana de Escritores

La cantina

Era tan solo una sala
Siempre en penumbra envuelta
a las que acudían resueltas
las almas toditas malas.

Descarados y alto
El tumbado ennegrecido,
Parecía haber sido
Tomado por un asalto

De moscas y de arañas;
Guarida sus mil rendijas
De fugaces lagartijas
Y otras tantas alimañas

La cantina estaba abierta
Para todos los tunantes
Que atravesaban triunfantes
La desvencijada puerta

De enmohecidos hierros,
Para pedir como trueno
Que les sirvan del más bueno
De todos los ‘culeperros’

Era un brebaje ambarino,
Y tal efecto causaba
Que todo el que lo tomaba
Quedaba hablando en chino.

Entraban pero de suena
Y con los dos ojos turbios.
Fieros mozos del suburbio,
Almas, - los pobres-, en pena,

Y un trago grande pedían,
se lo bebían sedientos,
y como después de un velento,
redondamente caían.

Aparecía una guitarra
Y algún cantor olvidado
De los más desorejados,
¡y allí se armaba la farra!

“¡Culoperro’ otra botella!”,
Pedía el más entorchado
que con el paso cambiado
salía a contar estrellas.

domingo, 3 de marzo de 2013

Shalom

Edmundo Torrejón Jurado

Después del amanecer

de las distancias.



Después del tramontar

de los relojes.



Después / de la embriaguez

de los violines

enalteciendo bohemias

¡Torá de los caminos!



Después

del Cantar de los Cantares

con su infinitud

¡sublime!

manantial audaz

de nupcias / soberanas



Después / del ennoblecido

luz-franquear

el portal de Sion

arco iris magno

de la perpetua

caravana pétrea

del Suleimán

–hoy nada–



Paredón / del poder

desenfrenado.



Después / de las ambiguas

arpas de David

entretejiendo arpegios

con hebras de misterios.



Después del muro sacro,

la Alianza mutilada,

el arca trunca

al septuagésimo estío,

¡cruel águila romana!



Pañuelo pétreo

para un gemir de estrellas,

hendija al ruego:

¡la esperanza excelsa!



¡Umbral / del hombre

al Jehová del Siempre!



Después / del bogar

sin redes,

arpones ni aparejos

en un batel de paz

¡Tiberiales de luz!

¡Espejo de la vida!

Después / de los maderos

de José / el del escoplo

pertinaz y canto,

formones de ternura

¡la Fe incontenible!

Después

del Sayal de luz

de mi Señor esenio,

su corona eremita

sangrando paraísos,

parábola infinita

¡Perdón de las Galaxias!



Su catedral / del cosmos

ungida / con parábolas.



Después / del Jordán

–su cauce–

papiro / desplegado

a la infinitud / del Verbo,



¡Inmersión

de los dones

hacia eternidades!



¡Rebautizar

mi estirpe!



Después

del olivar de lágrimas

¡Oh! trasudar bermejo,

ramajes que esculpieron

liturgias de agonías

¡Getzemaní de dagas!

¡De salmos levitantes!



Treintena / de denarios

justipreciando el pus

del hombre

y sus crisoles.



Después

del laberinto ilustre,

de la Cábala / el álgebra,

el numeral del orbe,

Sinagoga silente

enunciando enigmas

traduciendo claves,

¿la rada prometida?



Después

de honrar caídas

en la Vía del Hombre.

¡La senda

de los tiempos

germinando

olvidos!

Después

del cráneo pétreo

del magno Gólgota

–mustio–

tres clavos / del perdón

redimiendo al Caín

–plagio de cieno–

¡Fratricida de hieles–

Después

del Pedro-piedra

su Fe de pedernal

¡el dubitante limo!

Sandalia eterna,

cayado rudo

del misticismo / simple.



Después

de la Roca / ¡magna!

en su reloj de arena;

esplendor de los oasis,

cimitarras cadíes, / corcel

de medias lunas

¡Oh, los imanes del Shana!



¡El Jinete Mayor

cabalgando al Cenit!



Después / de los Templarios

mensajeros del Acre,

burilados en riscos,

¡Mansión / de las auroras!

¡Hacia playas / del alma!



Después del Belén

cautivo,

engarzado / en mirra

¡Ay, niños

que pregonan

arpegios / sin pañales:

Tristes iris,

ateridos,

crucificados al alba

de sus vidas

brotando / del pesebre

Dios-Cristo.

¿Se repetirá

por siempre

la injusticia

del hambre?



Después / del renunciar

de alas,

del trascender levitante

del noble ermitaño

Copto,

el aura

de pureza

burilada

en sapiencia.

¡Oh, bitácora

magna

hacia la Verdad Suprema.



Después / de Haifa

¡Luz!

exilio de fulgores,

¡Salve! / corolas

de El Bab.

Sus exaltados

huertos.



–¡Oh, códices!–

Sacras Tablas

¡Las Leyes!:

Fraternidad

de los hombres

en una alianza

excelsa.



¡Salve! el plan

del Supremo:

el Avatar legados

encadenar / de Guías.

¡Los Faros / para Faros!



Después / de pulsar

la fugaz / muerte

en el lagar / ¡Sepulcro!



El Grial de la agonía

transmigrado

en vida plena.



¡Ay! José de Arimatea,

¡Ay! María de Magdala,

¿dónde el Pan

del Nazareno?



¿Y el huésped

de los sudarios?

¡Gloriosa loza vacía!

Después / del libar

sin brida

en el oasis de la paz.



La hermandad

tras El Talmud,

los juglares del bien dar,

los rapsodas / del brindar.



Tel Aviv / de los regazos

con sus manos en mi sien,

justificando el vagar,

de este / mi errabundo

sino: / En circunstancias

tan rico, / en ocasiones

tan náufrago

¡pero siempre tan pleno!



Después

del excavar

asaz, sediento:

Del Abraham

el de las matas,

de Ezequiel

naves de fuego.



¡De sus vetas prodigiosas!

Después

de la embriaguez

frondosa:

¡La exaltación

de mi Cristo!

¡Del Pastor

de mis mayores!



Mi Nazareno-cayado.

La Fuente eterna

de Fuentes.



Con las alforjas

más plenas,

con los arcones

más bastos:

retornaré

a la vieja Ermita,

miel sencilla

y rosa pascua.

Creyente de ocaso

y alba,

elemental

en su rezo,

sin discurrir

teologías,

erigida

en la cima-otero

de mis vegas de parrales:

¡Xanadú de San Isidro!



Regresaré

poseído

para honrar

castos sarmientos,

injertando

cepas infantes

de Lagares Prometidos

los honrados en Judea

en las savias de mi raza.



Y en las eras de mi valle,

en ritual de eternidades:

consagraré

mis leales vinos

en un Grial

"De Buen Chapaco",

que habrá

de enaltecer

la Hostia

su identidad

de noble casta:



¡Hosanna! Sea por siempre:

¡La sabia

Fe de mis mayores!