lunes, 26 de junio de 2017

Inevitable

• De: Práxides Hidalgo Martínez

Llegó buscándome en una negra nube,

llegó para teñir mis días de tristeza,

llegó para llevarse mi alegría.



La esperaba, bajo el cielo de mi llanto

la esperaba en la solitaria estación,

fui a su encuentro,

la encontré en pesados y sombríos pasillos,

la hallé en pesadas nubes

que hoy cubren mi sol

que lucha por volver a brillar.

Vino y se llevó mi tesoro:

a mi querida viejecita,

aunque ya debía partir,

me dejó amortajada en mi pena.



Pero, Dios, tú permites

que la vea en la luna,

que la escuche en el canto de los pájaros

que cada mañana mi día saludan

por eso te pido:

Deja que viva sin ella.

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