martes, 14 de noviembre de 2017

Elección de carrera

Me pregunta usted, Gaspar,

qué carrera debe dar

a su sobrino José,

y, francamente, no sé

lo que le he de contestar.

Quiere usté que el chico adquiera

una posición decente

con un título cualquiera;

mas yo no sé francamente;

cuál es la mejor carrera.

Hoy están todas tan mal

que no es fácil elegir,

y, para el colmo final,

nos cuestan un dineral

y no dan para vivir.

La de abogado antes era

una bonita carrera

de muchísimo provecho;

¡pero, hombre, si hoy ya cualquiera

es licenciado en Derecho!

¿La de medicina? ¡Horror!

No creo que le convenga,

¡si es la carrera peor!

Ya no hay casa que no tenga

en cada piso un doctor.

Y así pasa lo que pasa,

que sin ganancia maldita

y con gratitud escasa,

cada cual sólo visita

los enfermos de su casa.

¿La de boticario?. . . ¡Cero!

¿A qué gastarse el dinero

en chismes profesionales,

si gana más un tendero

de géneros coloniales?

¿La milicia? ¡Vano afán!

Los militares están

mal de cuartos,1 ¡pobrecillos!

¡No ganan para pitillos2

con los sueldos que les dan!

¿Hacerse cura? ¡Locura!

No lo pretenda en su vida

porque a mí se me figura

que la carrera de cura

anda de capa caída.

La carrera es ejemplar,

pero sólo fuera aquí

un negocio regular,

si se pudiera empezar

por Obispo. . . o cosa así.

¿Ingeniero? ¡Voto a tal!

¡Un trabajo colosal!

¡Sufrir examen cien veces!

¡Mucho cálculo integral!

¡Mucho ruido. . . y pocas nueces!

Me expreso de esta manera

por si su sobrino espera

mi franca contestación.

Déjele usted sin carrera

y déle usted un millón.

¿Estudios? ¡Qué tontería!

Tanto han bajado en el día

los títulos sin dinero.

¡Que conozco a un zapatero

doctor en Filosofía!

Si el chico sabe negado

no hará carrera aunque quiera;

pero si es listo y osado,

sáquele usted diputado

y ya el chico hará carrera.

1. Cuartos: plata, dinero.

2. Pitillo: cigarrillo.

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