lunes, 8 de octubre de 2018

La escondida

Por: Rómulo Quintana Soza


Para qué quiero los ojos,

si la pasión de tu imagen

se escurre en el tiempo

y no te puedo ver.



Para qué quiero las manos,

que padeciendo de frío extrañan

tu cuerpo que se pierde en mis sueños

y no te puedo tocar.



Meditando en tu lejanía

me hundo en la profundidad

callada, indócil fiera de

mi maltratada soledad.



Esperanza que en la eternidad vaga.

Espuma que se pierde en el mar.

Canto lujurioso encantador,

de lejanas sirenas buscando amar.



La simiente que nace del amor,

labra en cada amanecer

el arrullo de mi silencioso,

insoportable, sueño de cantar.

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